Una propuesta formidable de las posibilidades éticas que tiene la crueldad. En una era donde el arte es un bien de consumo, que estandariza los valores de sus espectadores, una obra cruel es aquella que nos quita la tranquilidad. La misma nos impulsa a cuestionarnos en los rincones más oscuros de nuestra propia persona, nos desvela los valores cómodos que mantenemos y exhibe nuestra hipocresía ante la vida. Una obra artística realmente cruel, fuera de las dinámicas de entretenimiento sea en cine o literatura, boga por la transformación del lector. Por la confrontación de este ante la realidad y su desoladora falta de significado. Asomarse a la realidad, al mundo monstruoso, develar lo doloroso de la verdadera condición humana rompe con nuestra pasividad. En última instancia la crueldad ética nos compromete a cambiar. Hace daño y reniega del daño hecho...pero nos impulsa a vivir. A confrontarnos en lo grotesco como en lo tierno. A relevarnos contra la muerte y vivir, de una vez por todas, de verdad. Sin sedantes, con la intensidad y el fulgor que es propio de lo humano.
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Comentarios1
Idioma: Castellano
Calificación: 10
Una propuesta formidable de las posibilidades éticas que tiene la crueldad. En una era donde el arte es un bien de consumo, que estandariza los valores de sus espectadores, una obra cruel es aquella que nos quita la tranquilidad. La misma nos impulsa a cuestionarnos en los rincones más oscuros de nuestra propia persona, nos desvela los valores cómodos que mantenemos y exhibe nuestra hipocresía ante la vida. Una obra artística realmente cruel, fuera de las dinámicas de entretenimiento sea en cine o literatura, boga por la transformación del lector. Por la confrontación de este ante la realidad y su desoladora falta de significado. Asomarse a la realidad, al mundo monstruoso, develar lo doloroso de la verdadera condición humana rompe con nuestra pasividad. En última instancia la crueldad ética nos compromete a cambiar. Hace daño y reniega del daño hecho...pero nos impulsa a vivir. A confrontarnos en lo grotesco como en lo tierno. A relevarnos contra la muerte y vivir, de una vez por todas, de verdad. Sin sedantes, con la intensidad y el fulgor que es propio de lo humano.