Año de edición: 2002 Año leído: 2005 Idioma: Castellano Páginas: 480
La conciencia natural, según quedó establecido en el sexto párrafo de la Introducción a la Fenomenología del espíritu, pugna por llegar al verdadero saber concebido como «[...] el camino del alma que recorre la serie de sus configuraciones [...]» Se podría interpretar este pasaje como refiriendo la existencia de una lógica dialéctica (el esquema o estructura de las figuraciones) que es la «meta» o dirección formal que la conciencia natural, partiendo de la certeza sensible, tendrá que recorrer (evolutiva, generativamente) a lo largo del tiempo hasta llegar al saber absoluto, que constituirá la historia universal. Ejemplificando, podemos entender a la lógica de la figuración como la partitura de una obra musical, específicamente como una sonata, de la cual un músico (a menos que tuviese la capacidad de Mozart de «leer» música «absolutamente») nada sabe, y que para conocerla y tomar conciencia de ella tiene que interpretarla de principio a fin. En la ejecución traspasará varias estaciones (que aquí se llamarán «momentos» como scherzo, adagio, rondó, etc.). Solamente, cuando el intérprete concluya el último de los movimientos, habrá logrado tomar conciencia de la sonata en su totalidad. Entonces, la partitura sería la «serie» de configuraciones antes aludida; y la ejecución de la obra, la historia de la conciencia que se despliega hasta conocerse a ella misma. En el séptimo párrafo puede leerse que «La serie de las configuraciones que la conciencia va recorriendo por este camino constituye, más bien, la historia desarrollada de la formación de la conciencia misma hacia la ciencia» En consecuencia, lo que en el noveno párrafo se nos quiere dar a entender, es que en la orquestación de la historia hay una meta implícita en su propio desenvolvimiento (la partitura, metafóricamente hablando) Además, Hegel expresa que «La progresión hacia esta meta es también, por tanto, incontenible y no puede encontrar satisfacción en ninguna estación anterior» Lo que se limita a una vida natural es empujado por otro a ir más allá de su existencia inmediata. A veces, se produce lo que Hegel llama «vanidad de la conciencia», cuando ésta intenta replegarse a sí misma y quedarse en un momento de la Historia. Dicha seguridad será violentada por la razón: «[...] esta vanidad, que se las arregla para [...] replegarse sobre sí misma y nutrirse de su propio entendimiento [...] es una satisfacción que debe dejarse abandonada a sí misma, ya que huye de lo universal y busca solamente el ser para sí’
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Año leído: 2005
Idioma: Castellano
Páginas: 480
La conciencia natural, según quedó establecido en el sexto párrafo de la Introducción a la Fenomenología del espíritu, pugna por llegar al verdadero saber concebido como «[...] el camino del alma que recorre la serie de sus configuraciones [...]» Se podría interpretar este pasaje como refiriendo la existencia de una lógica dialéctica (el esquema o estructura de las figuraciones) que es la «meta» o dirección formal que la conciencia natural, partiendo de la certeza sensible, tendrá que recorrer (evolutiva, generativamente) a lo largo del tiempo hasta llegar al saber absoluto, que constituirá la historia universal. Ejemplificando, podemos entender a la lógica de la figuración como la partitura de una obra musical, específicamente como una sonata, de la cual un músico (a menos que tuviese la capacidad de Mozart de «leer» música «absolutamente») nada sabe, y que para conocerla y tomar conciencia de ella tiene que interpretarla de principio a fin. En la ejecución traspasará varias estaciones (que aquí se llamarán «momentos» como scherzo, adagio, rondó, etc.). Solamente, cuando el intérprete concluya el último de los movimientos, habrá logrado tomar conciencia de la sonata en su totalidad. Entonces, la partitura sería la «serie» de configuraciones antes aludida; y la ejecución de la obra, la historia de la conciencia que se despliega hasta conocerse a ella misma. En el séptimo párrafo puede leerse que «La serie de las configuraciones que la conciencia va recorriendo por este camino constituye, más bien, la historia desarrollada de la formación de la conciencia misma hacia la ciencia» En consecuencia, lo que en el noveno párrafo se nos quiere dar a entender, es que en la orquestación de la historia hay una meta implícita en su propio desenvolvimiento (la partitura, metafóricamente hablando) Además, Hegel expresa que «La progresión hacia esta meta es también, por tanto, incontenible y no puede encontrar satisfacción en ninguna estación anterior» Lo que se limita a una vida natural es empujado por otro a ir más allá de su existencia inmediata. A veces, se produce lo que Hegel llama «vanidad de la conciencia», cuando ésta intenta replegarse a sí misma y quedarse en un momento de la Historia. Dicha seguridad será violentada por la razón: «[...] esta vanidad, que se las arregla para [...] replegarse sobre sí misma y nutrirse de su propio entendimiento [...] es una satisfacción que debe dejarse abandonada a sí misma, ya que huye de lo universal y busca solamente el ser para sí’