Editorial: PROYECTO EXPRESIONES Año de edición: 2012 Año leído: 2012 Idioma: Castellano Páginas: 65 Precio: 7 dólares Calificación: 10
Presentación de la AUTORA YAMILET BLANCO
La muerte forma parte de todos los seres vivos, pero ¿Por qué el ser humano es el único que reflexiona y se preocupa por ella? Miedo, sufrimiento, negación… Todos estos comportamientos que tenemos ante la muerte tienen una explicación. Explicación que se halla en nuestro cerebro, y es que el cerebro es el único con capacidad de meditación, capaz de asimilar que hay un pasado, un presente y sobre todo, un futuro incierto.
Gracias a eso, a reconocer las emociones, a nuestro nivel de autoconciencia y al miedo “somos los únicos que podemos concebir la muerte” y hacernos preguntas como quiénes somos, de dónde venimos y sobre todo hacia adónde vamos.
Pienso, que por el hecho de que el cuerpo físico muera, no quiere decir que con él, muera todo, por lo que comparto la teoría Deepak Chopra afamado científico, médico y escritor (Hindú) el cual concibe al hombre “como un ser multidimensional con un futuro más allá de la muerte”.
Solamente nuestra capacidad para expandir nuestra conciencia en este mundo nos permite prepararnos para enfrentarnos con nuestro ser verdadero en el momento de la muerte, porque ella, la muerte, es la transformación hacia un nuevo estado de conciencia. “La muerte nos permite ser libres y experimentar todo en éste o cualquier mundo”.
En cuanto a “La ironía”, ésta es la primera de las fórmulas utilizadas por Sócrates en sus diálogos psicopedagógicos y propedéuticos, por lo que desde una posición ficticia pretendo incitar al lector a pensar en el tema de la muerte como un acontecimiento natural del ser tal, es la irónica teoría de José Ramón Flores cuando dijo “la razón de vivir es morir”.
Es por ello que “Ironías de mi cadáver” consiste en una poiesis con una fuerte dosis de ironía que raya en lo humorístico, quizás, como mecanismo de defensa del yo, frente a la realidad.
Ese yo, que según Sigmund Freud, -se rehúsa admitir que los traumatismos de la vida puedan afectar, por lo que finge e incluso, puede convertir en fuente de placer- es por ello que recreo en este libro el tema más oscuro y doloroso para el ser humano y que, por norma general, suele resultar controversial y polémico, realizando una representación basada en mi percepción consciente, por lo que les recuerdo la antigua sentencia “Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte”.
Contradicción evidente, pero que a fin de cuenta forma parte de la cultura del ser, por ello reflexionar acerca del tema es apremiante, pues mientras más silencioso es el enemigo, más difícil es combatirle.
Pero, por la controversia existente entre el más allá y el más acá y consciente, de los “supuestos” y las múltiples conjeturas y/o explicaciones que lleva consigo el hablar de la muerte, un día nublado me pregunté ¿Qué diablos piensa un cadáver? Ante la posibilidad inminente e irrefutable, como un acto propio e irrenunciable divinamente encendí un cigarrillo y decidí ser uno de esos muchos, que descansan en esa eternidad para dar rienda suelta a lo que hoy día les presento como “Ironías de mi Cadáver”.
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Año de edición: 2012
Año leído: 2012
Idioma: Castellano
Páginas: 65
Precio: 7 dólares
Calificación: 10
Presentación de la AUTORA YAMILET BLANCO
La muerte forma parte de todos los seres vivos, pero ¿Por qué el ser humano es el único que reflexiona y se preocupa por ella? Miedo, sufrimiento, negación… Todos estos comportamientos que tenemos ante la muerte tienen una explicación. Explicación que se halla en nuestro cerebro, y es que el cerebro es el único con capacidad de meditación, capaz de asimilar que hay un pasado, un presente y sobre todo, un futuro incierto.
Gracias a eso, a reconocer las emociones, a nuestro nivel de autoconciencia y al miedo “somos los únicos que podemos concebir la muerte” y hacernos preguntas como quiénes somos, de dónde venimos y sobre todo hacia adónde vamos.
Pienso, que por el hecho de que el cuerpo físico muera, no quiere decir que con él, muera todo, por lo que comparto la teoría Deepak Chopra afamado científico, médico y escritor (Hindú) el cual concibe al hombre “como un ser multidimensional con un futuro más allá de la muerte”.
Solamente nuestra capacidad para expandir nuestra conciencia en este mundo nos permite prepararnos para enfrentarnos con nuestro ser verdadero en el momento de la muerte, porque ella, la muerte, es la transformación hacia un nuevo estado de conciencia. “La muerte nos permite ser libres y experimentar todo en éste o cualquier mundo”.
En cuanto a “La ironía”, ésta es la primera de las fórmulas utilizadas por Sócrates en sus diálogos psicopedagógicos y propedéuticos, por lo que desde una posición ficticia pretendo incitar al lector a pensar en el tema de la muerte como un acontecimiento natural del ser tal, es la irónica teoría de José Ramón Flores cuando dijo “la razón de vivir es morir”.
Es por ello que “Ironías de mi cadáver” consiste en una poiesis con una fuerte dosis de ironía que raya en lo humorístico, quizás, como mecanismo de defensa del yo, frente a la realidad.
Ese yo, que según Sigmund Freud, -se rehúsa admitir que los traumatismos de la vida puedan afectar, por lo que finge e incluso, puede convertir en fuente de placer- es por ello que recreo en este libro el tema más oscuro y doloroso para el ser humano y que, por norma general, suele resultar controversial y polémico, realizando una representación basada en mi percepción consciente, por lo que les recuerdo la antigua sentencia “Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte”.
Contradicción evidente, pero que a fin de cuenta forma parte de la cultura del ser, por ello reflexionar acerca del tema es apremiante, pues mientras más silencioso es el enemigo, más difícil es combatirle.
Pero, por la controversia existente entre el más allá y el más acá y consciente, de los “supuestos” y las múltiples conjeturas y/o explicaciones que lleva consigo el hablar de la muerte, un día nublado me pregunté ¿Qué diablos piensa un cadáver? Ante la posibilidad inminente e irrefutable, como un acto propio e irrenunciable divinamente encendí un cigarrillo y decidí ser uno de esos muchos, que descansan en esa eternidad para dar rienda suelta a lo que hoy día les presento como “Ironías de mi Cadáver”.