Aunque una gran cantidad de personas asocie a Juan Ramón Jiménez con la figura del entrañable burro protagonista de «Platero y yo», este español fue mucho más que el padre del animal que enternece a distintas generaciones de lectores por ser «pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón».
Jiménez, como sabrá más de un experto en cuestiones literarias, fue un talentoso poeta que logró dar a conocer sus aptitudes a través de numerosas obras. Su legado es extenso, pero en esta oportunidad sólo vamos a hacer mención a «Almas de violeta», una propuesta que apareció por primera vez en septiembre de 1900 (el mismo año que se produjo el lanzamiento de «Ninfeas» y la muerte de su padre, don Víctor Jiménez) y todavía consigue despertar curiosidad y admiración.
Este antiguo material publicado en tinta morada que lleva como título una frase sugerida por su colega Rubén Darío (a quien conoció a través de Francisco Villaespesa, su mentor) presenta un perfil modernista e intenta retratar la melancolía que imperaba en el lirismo de la época en la cual el autor elaboró este trabajo. En él, es posible hallar poemas sencillos, intimistas y sentimentales.
Tanto «Almas de violeta» como «Ninfeas» son creaciones literarias que permiten descubrir la sensibilidad poética de este destacado exponente del mundo de las letras que nació en Moguer el 23 de diciembre de 1881, aunque durante varias décadas él se encargó de condenarlas y hasta se esforzó por hacer desaparecer todos los ejemplares de estos libros donde predominan los versos octosílabos y las rimas asonantes.
Si tienen la suerte de encontrar el contenido de «Almas de violeta», no dejen de apreciarlo porque su lectura no sólo los deleitará sino que también les brindará la posibilidad de comprobar que Juan Ramón Jiménez no tuvo como único mérito darle vida al inolvidable Platero.
Comentarios1
Aprecio tu aporte literario, ha sido un agradable comentar sobre este libro y su autor.
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