Aunque para la década del 60 el escritor peruano Mario Vargas Llosa ya tenía publicadas obras como «El desafío» y «Los jefes», el lanzamiento de «La ciudad y los perros» provocó que su fama se incrementara y que su figura fuera cada vez más respetada en el plano literario internacional.
Con esta primera novela, el autor nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936 logró que su trabajo se conociera en treinta idiomas y que le fueran concedidos premios como el Biblioteca Breve y el Premio de la Crítica.
A la hora de elaborar el contenido de «La ciudad y los perros», el también creador de «Travesuras de la niña mala» se inspiró en las experiencias que atravesó durante su paso por el Colegio Militar Leoncio Prado.
En base a esos recuerdos y valiéndose de una mirada crítica, el novelista construyó un relato extraordinario donde no faltan los cuestionamientos morales, las referencias hacia la violencia existente en el contexto educativo ni la tensión dramática.
En él, Vargas Llosa no sólo aborda cuestiones vinculadas a la responsabilidad, el heroísmo y la disciplina, sino que también critica el hecho de entender de forma equivocada el concepto de virilidad.
Si bien los personajes que forman parte de esta historia son humillados y están sometidos a numerosas reglas, en ellos hay ilusiones y anhelos que los ayudan a enfrentar los obstáculos y a tener la fortaleza necesaria como para asumir los desafíos que se les presentan.
Mucho se ha hablado hasta el momento de este material intenso donde, a decir verdad, el autor ha logrado lucirse, pero toda información al respecto carece de valor si uno no la utiliza a modo de motivación. Sólo a través de la lectura individual uno puede apreciar el relato y entender por qué «La ciudad y los perros» ha alcanzado tanta trascendencia.
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