A esta altura, no hace falta conseguir un ejemplar de «Magasin d»Education et de Récréation» para descubrir las mágicas historias que supo crear, a lo largo de su vida, el francés Julio Verne, pero tampoco se puede dejar de reconocer que esa publicación marcó el comienzo del éxito para el autor, ya que permitió conocer sus relatos antes de que éstos se transformaran en libros.
Uno de los trabajos que comenzó a difundirse a través de «Magasin d»Education et de Récréation» es «Dueño del mundo», una novela de perfil pesimista que continúa las situaciones narradas en «Robur el conquistador».
A través de ella, los lectores comienzan a disfrutar de una fantástica aventura que tiene como escenario al estado de Carolina del Norte. Allí, una serie de extraños sucesos comienzan a inquietar tanto a pobladores como a autoridades y obligan al gobierno norteamericano a iniciar una exhaustiva investigación.
Al frente de las averiguaciones está el mejor experto, el inspector John Strock, pero su trabajo se transforma ante la acumulación de numerosos informes provenientes de diversas regiones del país en los cuales se reporta la aparición de tres artefactos que parecen desafiar el aire, el mar y hasta la tierra.
Tiempo después, el investigador es secuestrado por los tripulantes de esa especie de nave capaz de desplazarse a toda velocidad y allí se descubre que quien dirige esas acciones es el ingeniero Robur.
Aunque el argumento de «Dueño del mundo» refleja cierta desesperanza por parte del autor, esta historia que sirvió de inspiración para la creación de una película consigue atrapar a fuerza de aventuras y experiencias vinculadas a la existencia de platillos voladores.
En caso de que no se sientan satisfechos con esta alternativa literaria, pueden darle la oportunidad al talentoso Verne de revertir esa sensación por medio de libros más famosos y atrapantes, como el caso de «Veinte mil leguas de viaje submarino» y «La vuelta al mundo en 80 días».
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