Los aficionados a las historias de perfil misterioso y policial en las cuales la muerte de un determinado personaje obliga a entrar en acción a un detective no deberían pasar por alto la labor literaria de Anne Perry.
Esta escritora que nació en Londres el 28 de octubre de 1938 es responsable de una gran cantidad de relatos intrigantes y, a juzgar por la realidad, posee muchos puntos en común con la inolvidable Agatha Christie.
Ambas, por ejemplo, son británicas, eligieron la misma actividad para ganarse la vida y, como consecuencia del perfil de sus libros, lograron ser señaladas como «reinas del crimen».
Si admiran a Christie y desean juzgar por cuenta propia el desempeño narrativo de Perry, tal vez encuentren en «El grito silencioso» una buena opción para comenzar a sumergirse en el universo de quien antes de esconderse tras un seudónimo respondía al nombre de Juliet Marion Hulme.
«El grito silencioso» es un material que, hoy en día, está disponible en numerosos idiomas. En él, la acción se desencadena a partir del fallecimiento de Leighton Duff, un prestigioso abogado que aparece muerto a golpes en un callejón. Junto a sus restos se halla, en estado moribundo, su hijo Ryhs.
El episodio, por sus características, exige la intervención policial, pero el caso sólo evidencia avances cuando es el inspector William Monk quien asume el desafío de esclarecer el hecho.
Tras una serie de averiguaciones, el detective se permite trabajar sobre la hipótesis de que ha sido el propio Ryhs el responsable del crimen de su padre y que todo el cuadro está relacionado a una serie de violaciones y agresiones a prostitutas, pero si quiere acusar formalmente a alguien y resolver por completo este enigma Monk va a tener que demostrar que sus teorías son acertadas.
Si el adelanto de la trama los cautiva, no duden ni un instante en conseguir un ejemplar de esta obra porque, seguramente, su lectura les resultará fascinante.
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