Las dudas existenciales son interrogantes que a todos los seres humanos, en algún momento de la vida, nos conducen a analizar comportamientos, a replantear actitudes y a tratar de averiguar, en verdad, quiénes somos y qué rasgos nos diferencian del resto de los mortales.
En la mayor parte de los casos, los misterios vinculados a nuestro ser no logran ser develados, pero los ejercicios de reflexión y los esfuerzos por alcanzar una mayor profundidad en los conocimientos siempre son útiles porque fomentan la sensibilidad, promueven pensamientos y ayudan a aumentar el deseo de superarse a uno mismo.
Impulsado por la necesidad de abordar desde la literatura las cuestiones vinculadas a la identidad de un individuo, el talentoso escritor portugués José Saramago elaboró hace algunos años una historia interesante que tiene como protagonista a un hombre que, en su adultez, descubre que cerca suyo vive una persona idéntica a él con la cual, más allá de las asombrosas similitudes, no lo une ningún vínculo de sangre.
Valiéndose de este intrigante relato, el también creador de obras como «La balsa de piedra», «El Evangelio según Jesucristo» y «El viaje del elefante» ha buscado entretener a los lectores al tiempo que los anima a tratar de resolver enigmas profundos que guardan relación con la identidad, la búsqueda del verdadero «yo» y las particularidades que definen la personalidad de un determinado ser.
«El hombre duplicado» es un libro que ha generado, a juzgar por algunos comentarios, aburrimiento en ciertos adultos y asombro en otros amantes de la literatura. Pero lo que nadie (o muy pocos) pueden negar es que, a través de esta novela, han estimulado sus pensamientos y han puesto en funcionamiento su imaginación al intentar suponer qué pasaría si, en un día cualquiera, uno descubre que en el mundo existe una copia exacta de nosotros.
Comentarios1
muy bueno artículo,muchas gracias, maria Clementina
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