Cuando alguien decide deleitarse con la literatura, surge una maravillosa relación entre el libro elegido y el lector. A diferencia de lo que puede ocurrir con los vínculos humanos, entre quien invierte tiempo en un material literario y el texto en cuestión no existen «terceros en discordia» ni distancias que marquen grados de separación. Son, simplemente, dos piezas que se buscan y se necesitan mutuamente.
De sentir admiración por el escritor irlandés John Boyne, por ejemplo, uno puede desarrollar ese lazo magnífico valiéndose de títulos como «El niño con el pijama de rayas», «El ladrón de tiempo», «Motín en la Bounty», «La casa del propósito especial» o «La apuesta».
El libro mencionado en último lugar es una propuesta bastante reciente que puede cautivar con su intensidad y dramatismo a más de un aficionado a la lectura. En él, el protagonista es Danny Delaney, un chico que acaba de iniciar sus vacaciones y está contento por las semanas de libertad que tendrá gracias al receso escolar.
Sin embargo, el anochecer lo sorprende con una realidad difícil de aceptar que se hace evidente cuando su madre retorna al hogar acompañada por dos policías. A partir de entonces, él y su padre deberán esforzarse por recuperar la esencia familiar ya que la mujer, abrumada por la culpa, se encierra en sí misma.
Para satisfacción de su creador, «La apuesta» fue bien recibida por los lectores y su trama no tardó en ser traducida a diferentes lenguas. Se trata, pues, de una novedosa opción enmarcada en la serie Quick Reads (Lecturas Rápidas) que ha superado con éxito el desafío de lograr que cada vez más adultos inviertan algo de tiempo en el saludable hábito de la lectura. Si desean disfrutarla en el corto plazo, no olviden su nombre ni la identidad de quien la escribió para poder localizarla rápido en las librerías.
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