La voz llena de fuego

El libro Antología Poética (1947 – 2005), editado por Servilibro, recoge poemas de nuestro gran poeta Elvio Romero. La selección de los poemas fue realizada por el hijo del vate, Ariel Romero, con la intención de que los mismos lleguen a los jóvenes lectores.

Sus mejores versos, su respiración de hombre que luchó, sin ambigüedades ni retaceos, por una causa, su inspiración torrencial, llena de pájaros, de tierra rojiza y caliente, están en este precioso libro.

Nacido en Yegros, en 1926, y fallecido en la Argentina en el 2005, el autor de Días roturados ha trazado el mapa de la poesía paraguaya con palabras desenterradas de nuestra tierra urgente y desolada.

Elvio Romero no es solamente el enorme, el victorioso poeta de nuestro suelo patrio, sino también, como Pablo Neruda, el vate de otras latitudes, de tantas lejanías.

Carlos Villagra Marsal, autor del prólogo del material poético, ha dicho lo siguiente: “Se ha afirmado que un escritor trascendente engendra a sus propios lectores, aparte de los habituales o compulsivos; si esto es así, Elvio Romero es el más leído de los poetas del Paraguay”.

SOCIEDAD Y VERSOS

Es que con sus poemas, todos ellos llenos de caminos enfilados hacia la emoción, plenos de musicalidad, de fuerza, la sociedad burlada en sus derechos y saqueada por los malos hombres, se siente identificada.

Fiel a su propia franqueza es este hacedor de poemas de contenido social y amoroso.

Desbordante y desbordada es la sensibilidad que recorre sus escritos. Ellos son -también- un canto a las imágenes, a las metáforas, a la realidad desnuda y al amor de lleno de llamas.

Elvio Romero, con poesía gigantesca, panorámica, se nos arrima, siempre cercano (valga la redundancia), siempre clásico, a través de sus palabras sencillas (nadie más alejado que él de la cursi ostentación), de sus altas pasiones, de su ira ante las tremendas injusticias sociales sufridas por nuestro pueblo.

El hombre de la tierra, el ser humano prisionero de su propia miseria, el joven airado, vuelto pura osadía y rebelión, se manifiesta en las obras de sus distintos poemas.

El valor humano que ostentó en toda circunstancia, robustece su recuerdo. Y su recuerdo va creciendo en nuestro país y en otros países del mundo, conforme pasa el tiempo.

Cómo habrá buscado la poesía, y ella, mujer suya, cómo le habrá entregado su corazón, sus pies, su espalda, su hondura tibia.

Con singular belleza, el verbo de sus palabras nos lleva a su espacio vital, allí donde conviven, día a día, el odio y el amor.

Fieramente humano, Elvio Romero, como Pablo Neruda, es el poeta de la gran mayoría.

FUEGO PRIMARIO

Mirarte es ver colinas,
mirarte así tendida, detenida y desnuda,
situando planicies de arena en las axilas,
desnuda y dividiendo la blancura caliente de las sábanas,
mirarte es ver que oscuros orígenes te pueblan,
que el aire te enajena por urnas inasibles,
si te miro desnuda…

Hay cuestas y hay declives,
hay en tu piel suaves territorios de nubes sensitivas,
hay humos y adherencias de ardorosa madera,
hay una sombra ilesa que escapa del asedio,
si te miro desnuda.

Se ve que en tu cintura
se doblan valles que arden con vientos incesantes;
se ve, rosado y táctil, nimbado por rumores,
el hoyo de agua nívea que tu vientre arremansa
como un rosado tiesto de palpitantes flores,
si te miro desnuda.

Mirarte es ver colinas,
lluvias que se diluyen respirando en tus pechos,
es embestir un campo de tierras onduladas,
es llegar al origen de la sangre,
es imantarse al golpe
que oscuramente sube de tu boca y tus trenzas,
y es imposible entonces no acosarte y vencerte
con sedientas hogueras.

Si te miro desnuda.
Elvio Romero

Obras publicadas: Días roturados, Resoles áridos, Despiertan las fogatas, El sol bajo las raíces, De cara al corazón, Esta guitarra dura, Libro de la migración, Un relámpago herido, Los innombrables, Destierro y atardecer, El viejo fuego, Los valles imaginarios, y otros.

Escrito por Delfina Acosta en el Suplemento Cultural del diario ABC (Paraguay)

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