La dictadura militar que gobernó a Argentina entre 1976 y 1983 realizó una implacable y sanguinaria persecución de sus opositores. Secuestros, torturas y asesinatos fueron las herramientas preferidas por los militares para controlar al país e imponer por la fuerza sus políticas. En ese marco, los intelectuales eran tal vez los principales enemigos del régimen. La historia ha demostrado que, para los golpistas, las ideas ajenas son peligrosas.
Por eso, la extensa lista de desaparecidos argentinos incluye a notables escritores como Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Francisco Urondo. Si la intención militar fue silenciar sus voces, lo cierto es que consiguieron el efecto contrario.
La Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina (SEA) acaba de presentar la segunda edición de “Palabra Viva”, una recopilación de textos de autores asesinados durante la dictadura. Además de los mencionados Walsh, Conti y Urondo, el libro incluye obras de Raymundo Gleyzer, Héctor Oesterheld y otros escritores poco conocidos que también fueron víctimas del terrorismo de Estado. En total, los escritores incluidos son 116, quienes aportan su legado a través de poemas, cartas, fragmentos de cuentos y artículos periodísticos.
La primera edición del libro, que contó con textos de 103 escritores, tuvo una tirada inicial de 5.000 ejemplares de 260 páginas. Ahora, esta segunda edición presenta un tiraje de 7.000 ejemplares.
“Palabra Viva” será presentado esta noche con un acto en el Centro Cultural Virla, en la provincia de Tucumán. Se prevé la lectura de fragmentos del libro a cargo de Alfredo Fénik, Juan Tríbulo, Gloria Berbuc y Leonardo Goloboff.
Las ideas no se matan, diría Domingo Faustino Sarmiento. Sin embargo, pese al patriotismo del que hacían gala, los militares argentinos golpistas parecen no haber leído al prócer nacional. Y creyeron que matando a los intelectuales, borrarían sus ideas. Homenajeados, reivindicados, admirados… los escritores desaparecidos aún viven en sus obras.
Comentarios1
excepcion al ofrecimientos, muchìsimas gracias y en mi ciudad San Miguel de Tucumán, en una librería centrica la sala de poesías se llama Paco Urondo.Gracias.
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