A partir de 1864, gracias a la pluma del ruso Fiódor Dostoievski, la humanidad ha tenido a su disposición un material de lectura interesante que logró desafiar los límites de tiempo y espacio para convertirse en una propuesta de gran riqueza histórica y literaria.
Como el título de este artículo lo indica, se trata de “Memorias del subsuelo”, un libro antiguo que fue creado por el también responsable de “Pobres gentes”, “El doble” y “Humillados y ofendidos” en un momento complicado de su vida ya que no sólo debía enfrentar la pérdida de su hermano Mijaíl y la de su esposa Mariya Dmitrievna Isáyeva sino también las consecuencias de su adicción al juego y la clausura de sus revistas.
Como consecuencia del estado atormentado del autor, esta novela corta organizada en dos partes que, pese a estar enmarcada en el plano de la ficción, llegó a ser interpretada como un tratado psicológico, religioso y filosófico, presenta contradicciones y gira en torno a la tragedia personal de un hombre de identidad desconocida del que sólo se informa su condición de funcionario. La creación de este ser le permitió a Dostoievski atribuirle a un tercero algunas de sus propias características, preocupaciones y reflexiones, entre las cuales se destacan la infelicidad, la marginalidad, las inquietudes sobre el libre albedrío, la idea de racionalidad y el concepto de humanitarismo liberal.
Según algunos expertos que analizaron el perfil de este personaje, el protagonista de “Memorias del subsuelo” es uno de los más impactantes y sobresalientes antihéroes de su producción literaria.
No teman apostar por un libro que ha sido elaborado por un exponente del mundo de las letras que no se destacó por desarrollar obras sencillas. Es probable que, por su estructura y contenido, “Memorias del subsuelo” plantee una cierta complejidad a la hora de ser leído y comprendido pero, si uno no intenta descubrir su contenido, jamás podrá saber si la propuesta es capaz de enriquecerlo.
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