Fue presentado al público lector el libro Hérib Campos Cervera (p): Novecentista olvidado, con el sello editorial de Criterio Ediciones. El escritor Luis María Martínez es el compilador de los cientos de páginas que el poeta, ensayista, prosista, periodista e investigador Hérib Campos Cervera escribió. Nabel Felipe Estruc, de nacionalidad argentina, y activo colaborador en la aparición de muchos libros, hizo llegar al compilador, algunas páginas que sirvieron de base para desplegar luego la enorme como ardua tarea de juntar los escritos del novecentista olvidado.
Obviamente, Raúl Amaral dio las indicaciones para la elaboración del volumen dado a conocer. Se nos aparece así la figura del intelectual y escritor Hérib Campos Cervera. Campos Cervera abordó todos los temas, que apasionan a un hombre de letras, en diarios de la época. También hizo política.
Si fue hombre de política, de periodismo, de prosa, y de poesía, fue más que nada un hombre cultísimo Hérib Campos Cervera. Leamos un fragmento de un artículo suyo, “Mi ratita muerta”, aparecido en 1910: “Como había bajado los libros abrazándolos por mazos, nada de extraordinario había descubierto en ellos, pero cuando tuve que subirlos de nuevo, la labor se hizo individual, tomo por tomo y fue entonces que me sentí herido de la más cruel desilusión. Había descubierto por sus efectos al miserable duende.
Los oradores de Timón comido, dos tomos de la Historia por Larant, con desperfectos y la Comedia humana de Balzac habían corrido la misma desdichada suerte. No quedaba lugar a duda de que mi espíritu de ultratumba era un roedor, un ratón de comillos de elefante”.
Mucho escribió sobre Rafael Barrett, hombre relevante de la época. Pero gusto no se da a todos, y menos a las viudas de los hombres ejemplares, tal parece, porque en el libro que voy reseñando, aparece también, dentro del segmento de “Poemas y prosas dedicados”, un escrito de la viuda de Barret dirigido a Hérib campos Cervera: “Habla usted de la desinteligencia que había entre usted y Barrett y le inculpa a que sintieron distinto temor, más vale al señor Campos Cervera callarse en semejante asunto, primero porque no sintió temor; quien se atrevió a escribir ‘Bajo el terror’ sabiendo que en esta tierra tendría el calabozo por premio y segundo porque fue entonces que Ud. se cebó en Barrett y en mí calumniándolo cobardemente; eso lo sabe mi hijo Alex y yo le pido que lo recuerde siempre, no para odiarlo, sino para guardarse de Ud.”
Una de las partes más sustanciosas del libro son sus pensamientos. Y pensaba él, así, entre otras cosas, de la vida, de la política y de las mujeres:
• La mujer, como decía Alfonso Karr, no tiene celos, sino rivales. No sufre el tormento de su propio amor perdido, sino la felicidad que goza su rival.
• El placer de los pequeños es que los grandes lo necesiten.
• Fausto dejó la ciencia por el amor y Petrarca a Laura por sus sonetos.
• La política paraguaya es una confabulación de personas que se espían.
• La ciencia nos da a conocer lo material del corazón y los poetas el espíritu que se encierra en él.
Hérib Campos Cervera era hijo del profesor y periodista español Cristóbal Campos y Sánchez. Nació a bordo, navegando en un barco en el río Paraguay, en viaje rumbo a Asunción, en 1879. En 1910 funda el diario La verdad, que era, en la opinión de Carlos R. Centurión “un retén de avanzada”. Colaboró igualmente con La época, El tiempo, El Monitor, Los sucesos, Colorado y la revista Crónica. Dejó a su esposa y a su hijo, el futuro autor de Ceniza Redimida, embarcándose en 1912 para Europa. En 1920 vivió en París en compañía de su hermano, el ceramista Andrés. Falleció a los 43 años, en 1922, en París, según Carlos R. Centurión y Oscar Ferreiro. Raúl Amaral asegura que murió y está sepultado en Madrid.
Escrito por Delfina Acosta en el Suplemento Cultural del diario ABC (Paraguay)
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