Tiempo después de haber publicado «La trilogía de Nueva York», el escritor estadounidense Paul Auster amplió su producción literaria a través de una novela bautizada como «El país de las últimas cosas».
Este material que lleva más de veinte años en el mercado está narrado por Anna Blume, una mujer que, en el marco de un plan iniciado para dar con el paradero de su desaparecido hermano William, descubre un lugar donde, según le explica a su novio por carta, la muerte ha logrado imponerse por sobre la vida. Allí, el panorama resulta devastador y sólo triunfan las clínicas de eutanasia y los clubs que parecen perseguir objetivos trágicos. En ese país donde todo lo que existe parece ser el último ejemplar de su especie y el futuro es incierto, Anna intentará sobrevivir.
Como resulta evidente, este trabajo ideado por Auster nos lleva a centrar la atención sobre lo que el ser humano, por distintos motivos, es capaz de hacer. Aquí, en esta historia, la vida parece tener fecha de vencimiento, mientras la muerte no deja de ganar batallas.
Tal vez, después de leer de forma completa «El país de las últimas cosas» muchos de ustedes no queden demasiado conformes pero, para saber si un libro les agrada o no, no hay que limitarse a conocer su trama y comparar críticas, sino que el único camino posible es el de arriesgarse a la lectura de la obra en cuestión. Si asumen ese riesgo, quizás se sorprendan al encontrar en esta propuesta un relato que no sólo busca entretenerlos, sino generarles reflexiones sobre la miseria, el infierno, la locura y la desesperación.
Si consideran que Paul Auster merece una oportunidad, no descarten la idea de confiar en el contenido de este libro que les resultará aún más atractivo si se encuentran en un periodo de crisis existencial.
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