Los materiales literarios creados por argentinos no son ni mejores ni peores que los del resto del mundo, pero muchos tienen ese rasgo distintivo que los vuelve especialmente interesantes para los habitantes de la República Argentina. Otros, en cambio, son libros que pueden llegar a generar interés universal por abordar cuestiones despojadas de fronteras.
«El que tiene sed», de Abelardo Castillo, es un ejemplo de esos trabajos argentinos que pueden ser disfrutados tanto por lectores que hayan nacido en el mencionado país como por aquellos que sólo conozcan la tierra de Diego Maradona por fotografías o propuestas audiovisuales.
Esa novela, que se editó por primera vez en Buenos Aires en 1985, intenta cautivar al público con la historia de Esteban Espósito, un escritor alcohólico que pretende tener aquello que no existe y, por lo tanto, lucha contra la lógica de la realidad. En ese personaje de ficción, el talentoso Castillo escondió algunos rasgos de su personalidad, razón por la cual podría decirse que, en «El que tiene sed», es posible hallar ciertos detalles autobiográficos.
Lejos de ser un relato basado en un ser desprovisto de agua, «El que tiene sed» es una creación literaria que indaga en los límites de la degradación, la infelicidad y el sufrimiento del ser humano. El texto, tal como advertirán aquellos que lleguen hasta la última página del libro, busca dejar al descubierto la capacidad humana de humillar y hacer sufrir a los demás, pero también persigue el propósito de analizar hasta qué punto la vida, o el destino, es capaz de pervertir, torturar y convertir en víctima a una persona.
Si este resumen les resultó atractivo, no duden en conseguir un ejemplar del material que motivó este artículo. Seguramente, su lectura los enriquecerá y les permitirá disfrutar de una interesante propuesta originada en Argentina.
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