En 1937, el título «Capitanes intrépidos» dejó de ser un nombre exclusivo del ámbito literario para extenderse hacia el mundo del cine, rubro al que llegó de la mano de Victor Fleming, un cineasta norteamericano que no dudó en llevar a la gran pantalla el contenido de la novela creada por Rudyard Kipling durante su estadía en territorio estadounidense.
Lejos de ser un improvisado, antes de lanzarse a escribir esta destacada obra (la única de su autoría en la que se puede apreciar una ambientación americana) el escritor desarrolló un importante trabajo de investigación.
Con el propósito de averiguar cómo vivían los pescadores de los Grandes Bancos del Norte para poder, con esos datos, contar con mayor realismo y exactitud la historia de «Capitanes intrépidos», Kipling visitó el puerto de Boston en numerosas ocasiones, entabló conversaciones con varios experimentados marinos y hasta recorrió, en diversas oportunidades, el pueblo pesquero de Gloucester.
Una vez que acumuló el material suficiente, el novelista comenzó a darle forma a este relato que, finalmente, se dio a conocer en 1897. En él, el protagonista es Harvey Cheyne, el malcriado descendiente de un hombre multimillonario.
Tras caer al mar, de forma accidental, desde la cubierta de una fastuosa embarcación, este niño es rescatado por un barco de pescadores y, a partir de entonces, las aventuras no tardan en sucederse. En ese contexto, alejado de los lujos e involucrado en un ambiente de trabajo donde no se admitían sus caprichos, el joven descubrirá el valor de la responsabilidad laboral y la importancia de la amistad.
Más allá de disfrutar de forma impresa o en pantalla el contenido de este libro, aquellos que se sientan atraídos por las historias inspiradas en marinos o que narren aventuras marítimas, pueden complementar esta propuesta con la lectura de otros clásicos, tales como «El viejo y el mar» (de Ernest Hemingway) y «Veinte mil leguas de viaje submarino» (de Julio Verne), por citar sólo algunos.
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