El 10 de febrero de 1673, el teatro parisino del Palacio Real se convirtió en sitio de representación de «El enfermo imaginario», la última comedia que escribió el dramaturgo francés Molière. Por ese entonces, nadie sospechaba que, apenas una semana después, el creador y protagonista de la obra, tras sufrir una indisposición en escena, perdería la vida.
La acción de esta entretenida propuesta teatral en tres actos, tal como informó Poemas del Alma en otra ocasión, transcurre en París a fines del siglo XVII. A través de ella, el público puede conocer la historia de Argón (también llamado Argan), un burgués que cree estar siempre enfermo.
En su delirio, este hombre cuidado por su esposa Béline, una mujer deseosa de quedar viuda para poder disfrutar la herencia, acepta cualquier tipo de remedios y ordena con frecuencia que se le practiquen purgas y sangrías.
Para que su hipocondríaco amo se alimente de manera correcta, su simpática criada Toinette resuelve disfrazarse de médica y le proporciona recomendaciones efectivas. Dispuesta a dejar al descubierto las verdaderas intenciones de los allegados a su patrón, Toinette le pide a Argón que simule estar muerto.
Al observar el estado de su marido, Béline no puede disimular su alegría, mientras que Angélique, su hija, se muestra dolida por el fallecimiento de su padre, pese a que éste siempre se opuso a la unión entre ella y Cléante, un joven pobre. Lejos de desear la felicidad de su descendiente, Argón sólo buscaba que su hija aceptara contraer matrimonio con el hijo de un médico del que ella no estaba enamorada.
Sin embargo, la genuina actitud de tristeza experimentada por Angélique es reconocida por el hombre, quien decide ponerle un punto final a su farsa y respaldar la elección de su heredera con sólo una condición, que su pretendiente se convierta en médico.
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