Resumen de El hombre que calculaba

Así como en Argentina el periodista deportivo y doctor en Ciencias Matemáticas Adrián Paenza acostumbra difundir a la matemática como un desafío entretenido que, pese a la mala fama que tiene, puede resultar interesante en nuestra vida cotidiana, el escritor brasileño Júlio César de Mello e Souza decidió popularizar a esta ciencia exacta a través de una novela de alcance internacional.

Escondido tras el seudónimo Malba Tahan, el autor construyó una novela que, en Brasil, se publicó en 1949 y, tiempo después, se tradujo al español bajo el título de «El hombre que calculaba».

A través de este libro, los lectores pueden hallar una conexión que, a simple vista, parece impensada ya que consigue unir a ciertos problemas enmarcados en el álgebra y la aritmética con elementos ficcionales y datos históricos.

Uno de los personajes de la historia es Hank Tade-Mai, un viajero que regresa a Bagdad en camello y, en ese trayecto, encuentra a un hombre vestido de forma modesta que, desde una piedra, enumera cifras gigantescas.

Este individuo dice llamarse Beremiz Samir y asegura ser nativo de Persia, un sitio donde, según su testimonio, adquirió el hábito de contar y calcular todo lo que lo rodea gracias a su actividad como pastor, una tarea que lo obligaba a mantener presente el número de ovejas que tenía a su cargo.

Impresionado por la capacidad de este desconocido, el viajero le propone ir juntos hacia Bagdad para poder mostrar allí sus habilidades matemáticas y, de esta forma, poder encontrar un trabajo bien pago. A partir de entonces, ambos emprenden una aventura que llevará al hombre que calculaba a resolver diversos enigmas y a demostrar que, más allá de destacarse dentro del universo numérico, también se caracteriza por tener una gran entereza moral, una personalidad alegre, un espíritu agudo y un asombroso talento como narrador.