Resumen de Hamlet

Qué productivo ha sido el paso de William Shakespeare por este mundo, ¿no? Aunque no son pocos los que sospechan que ese hombre nunca existió y que esa identidad no es más que un seudónimo creado por un escritor, basta con tener una mínima formación cultural para descubrir cuán trascendente ha sido el trabajo de este ser, cualquiera haya sido su nombre.

Este inglés, como es de público conocimiento, no fue un autor del montón que gozó de popularidad gracias a un golpe de suerte sino que fue uno de los pocos genios creativos que quedó en la historia universal como un dramaturgo sobresaliente cuyas aptitudes literarias son reconocidas tanto por sus seguidores como por aquellos que no lo tienen entre sus autores preferidos.

¿Cómo olvidar que él fue quien originó el relato conocido como «Rey Lear»? ¿Cómo no recordarlo como padre de «Macbeth»? ¿Cómo no saber que él produjo el material literario bautizado como «El mercader de Venecia» que, siglos después de su aparición, tuvo su merecida adaptación cinematográfica? ¿Cómo ignorar que él fue quien le confió a la humanidad la trágica historia de amor entre «Romeo y Julieta»? Sin duda, William Shakespeare dio, a lo largo de su existencia, motivos de sobra para justificar su fama eterna.

De todas formas, las razones que lo convierten en una figura inigualable no se limitan a la creación de las obras mencionadas. «Hamlet», por ejemplo, es otra de las tantas evidencias de maestría que dio a conocer el autor.

Según algunas versiones, esta tragedia cuyo contenido fue llevado al cine, al teatro y a la televisión en numerosas ocasiones, pudo haber sido escrita entre 1599 y 1601.

En ella, Shakespeare hace referencia a la locura, la traición, el incesto, la corrupción moral y la venganza mediante la historia de un príncipe que decide vengarse de su tío Claudio, quien, sin importarle que era su hermano, optó por matar al rey para contraer matrimonio con su esposa y, de esta forma, legitimar su llegada al poder.