Resumen de Juvenilia

Todo aquel que tuvo la oportunidad de asistir a una institución educativa, conserva con cariño diversas anécdotas de su época como estudiante. Al ser una etapa de desarrollo físico, descubrimientos a nivel social y, en definitiva, de formación en todos los aspectos, los años que uno pasa en un colegio no sólo permiten acumular conceptos académicos sino que también aportan conocimientos y experiencias que nos ayudan a crecer, a madurar y a relacionarnos con los demás.

En Miguel Cané, por ejemplo, esa marca que le dejó la escuela tuvo forma de novela desde 1884. Ese año, el escritor uruguayo que supo quedar en la historia de la literatura argentina permitió que numerosos lectores pudieran conocer su pasado como alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires.

Esa obra, que se llamó «Juvenilia» y, con el tiempo, se transformó en un clásico, posee carácter testimonial. A medida que la historia avanza, el Miguel niño y adolescente queda al descubierto a través de conmovedores recuerdos vinculados a las andanzas de su grupo de amigos, los mismos con los que compartió el internado de varones en una de las instituciones educativas más prestigiosas de la República Argentina.

Al ser un trabajo antiguo, más de un lector joven podría llegar a creer que el contenido de «Juvenilia» ya ha quedado obsoleto. Sin embargo, quien se anima a leer el libro entero comprueba que, aunque ciertos detalles narrados remiten a cuestiones de épocas pasadas, este relato no conoce de fronteras ni de tiempos. Es cierto que, en «Juvenilia», la acción transcurre en una época y un lugar determinados pero esas anécdotas bien podrían haber sucedido en otro contexto, incluso en la actualidad. Después de todo, las rebeldías adolescentes, las travesuras que suceden en un aula y la complicidad del alumnado para resistir órdenes de profesores y rectores son cuestiones habituales que, durante la vida adulta, algunos recuerdan con nostalgia y otros con alegría.