Resumen de La virgen de los sicarios

Que el novelista Fernando Vallejo se haya ganado la antipatía de muchos seres humanos tras anunciar su decisión de renunciar a su nacionalidad colombiana (gesto del que se arrepintió tiempo después) y gestionar la ciudadanía mexicana, no lo hace ni mejor ni peor escritor.

Sus decisiones personales o sus polémicas declaraciones pueden ser motivo de debate público, pero no consiguen poner en duda su talento como autor. Vallejo, por ejemplo, es el creador de «La virgen de los sicarios», una novela de perfil semi-biográfico que potenció su popularidad al ser llevada a la gran pantalla.

En este libro cuyo contenido hace referencia a la violencia, la mafia, la homosexualidad y el mundo de la droga, la acción transcurre en el Medellín de la década del «90. Hasta allí llega Fernando, un escritor gay que, tras treinta años de ausencia, decide volver a la ciudad que lo vio nacer.

Durante su estadía en esta violenta zona colombiana, el autor se enamora de Alexis, un adolescente que se gana la vida como sicario o asesino a sueldo. Lejos de ser una historia de amor con final feliz, este vínculo está condenado al fracaso desde su inicio, ya que, en una ciudad marcada por el odio, el caos y el horror, donde la paz sólo puede encontrarse de a ratos en las iglesias, el futuro parece una utopía y sólo hay espacio para pensar en la proximidad de la muerte.

No hay dudas de que, en este relato de Vallejo, la violencia ocupa un lugar central. Sin embargo, llama la atención, a quien sólo conoce el argumento sin detenerse en los detalles, que el título elegido para dar a conocer a esta obra esté relacionado a una cuestión religiosa. Por supuesto, la frase elegida tiene una explicación que, por más impactante que resulte, está respaldada por hechos reales.

Según informa «El Mundo», antes de cumplir sus sangrientas misiones, los sicarios acostumbran ir al santuario de María Auxiliadora, una imagen más conocida como «la virgen de los sicarios», para pedirle su protección. Consciente de esa particular situación que parece legitimar a través del misticismo la actividad de los asesinos, entonces, Vallejo adoptó el concepto para bautizar con él a uno de sus trabajos más trascendentes.