Este manojo de poesìa subrealista, fue creado para agradar a una morena linda y bella , llamada EGLISMAR, perteneció al entorno de mis intereses durante un año y medio, y mientras, me brindo la inmensa alegría de su contubernio fogoso; después de haber dorado mi ser con el oro mate de su tersa humanidad y candor encantador, decidió levantar tienda lejos de mi; no obstante su recuerdo permanece intacto en el reino privado de mis sentimientos, con la misma fuerza como si fuera hoy. A ella le escribí este poema, a los ocho años de su partida, cuando el duende celestino del sino y el horizonte de los enamorados me premió con un encuentro raudo y fugaz pero fogoso y pletórico de sensualidad.
PARICION FUGAZ
Hasta que por fin la tuve frente a frente
después de tanto tiempo
Llevaba una guirnalda en el pelo y
un vestido largo de flores.
Sus ojos claros y profundos
parecían luciérnagas en celo.
Sus ojeras delataban
pasados tiempos de amores
que acumularon placeres prohibidos
Allí estaba frente a mi, por fin..
Tan bella como antes,
tan de vidrio como siempre.
Sus manos seguían a sus palabras
como si sus dedos hablasen mejor
y su rostro altivo
mantenía la lozanía de aquellos
alegres días de cuando
era muchacha.
Su voz cantarina y juguetona
me trajeron que se yo cuantos recuerdos
memorias que se disiparon en la noche
cuando habló de sus pasiones y aventuras
de sus vivencias sin mi cercanía.
Traté de parcelarla mía
quería decirle
que ocho inviernos no bastaron
para apagar mi hoguera
Que había conocido la locura
y abrazado el desamor
que el despecho era ya un viejo amigo
que me había franqueado
el derecho de poseerla para siempre
aunque fuera en el mas fugaz
y etéreo pensamiento
hijo de mi soledad.
No me atreví a llamar recuerdos
ni a corroborar vigencias
Tuve miedo hasta de saber el nombre
de la boca en que mi nombre
se olvida
De remover pasados episodios
y de recordar pecados inconfesados
solo quería amarrarle los pasos
para guardarla novia mía
Pero misterios de los misterios
y encanto de los encantos
el dios particular de los enamorados
me brindó una noche
de invierno fría
envueltos en una inmensa
capa de neblina y aguzada bruma
bajo el guiño de una
celestina luna
entre sorbos de sake amargo
y la tenue luz de una vela mortecina
¡Vomitó ocho años de sinceridad
en tres horas de melancolía!
Vi sus lágrimas de nuevo
embellecer los ojos
que no mentían
hasta que amaneció
y no había mas bruma ni
neblina fría.
La luna dejó de ser mi cómplice
y la vela no existía
y cuando mis brazos
la buscaron….
de nuevo ya no la tenía…
Francisco Barreto
Hotel Tampa 22/01/96
- Autor: Frank Torreba (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de marzo de 2011 a las 12:22
- Categoría: Amor
- Lecturas: 81
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