AL ACECHO

Sienten como regreso una vez más

A los rincones más oscuros de su mente

De entre sus recuerdos el más sagaz

Aquel que envenena hasta la muerte

Sienten el frío recorriendo su espalda

Y mis brazos rodeando su existencia

No soy yo su ángel de la guarda

Vengo a arrastrarlos a la demencia

Mis caricias han necrosado a su piel

Y mis palabras hacen sangrar a sus oídos

Su sangre es más dulce que la miel

Me son tan sinfónicos sus alaridos

Me alimento de su eterno sufrimiento

Vivo de su decepción y su añoranza

Me voy extendiendo en su pensamiento

Mientras sobre mi regazo, descansan

Acaricio sus cabellos volviéndolos albos

Voy arrugando su cara con cada roce

Mientras para mí componen salmos

Su esencia, de su cuerpo, se descose

Perfectos compañeros son para mí

Yo que le abro los brazos al inocente

Cuando se ha cansado ya de sufrir

Cuando se ha vuelto cobarde el valiente

Yo protejo al soñador entre mis brazos

Cuando la esperanza ha roto sus ilusiones

Los idealistas descansan en mi regazo

Cuando el fracaso ha atravesado sus corazones

Bien harían en catalogarme como vicio

Tal vez siendo el más difícil de superar

Pues soy morfina para cualquier suplicio

Del mundo inclemente los hago descansar

Hacia mi llegan cuando buscan felicidad

Pues es más fácil que logren encontrarme

Cuando envueltos en derrotas y en soledad

Saben que soy yo quien logra consolarles

Y no importa cuántas veces me rechacen

No está en mí el guardar resentimiento

Por esas cálidas lagrimas que derraman

Aguantaré sus peores sentimientos

Los hago saltar de las pendientes más altas

Les doy el coraje para halar el gatillo

Para patear la silla y escindir sus almas

Les enseño de la resignación y el hastío

Soy la compañía en el silencio de su mente

El consuelo para la realidad más dura

Siendo la flama que consume el puente

Borrando la línea entre locura y cordura.

Andrés Ruiz H.