Skeleton

Arturo Villada Vidal


Había una vez un hombre

Que rondaba ese momento

En el que la gente empieza

A definir y redefinir

Las partes que lo conforman.

 

En los inicios,

Cuando aún era un niño,

Los juegos, la crueldad

De la que los infantes

Se jactan, el vecindario

De trabajadores incesantes

Y todos sus detalles

Pasaron con bombos y platillos,

Con peculiar trascendencia

Frente a los ojos de este personaje.

Fue testigo de injusticias,

De horas sonreídas,

De juegos interminables

A veces bajo las noches lúgubres,

De una que otra cita de algún tipo

Con la señora muerte,

Y ahí, en ese espacio puntiagudo

Se edificó ese mundo tan único

Del cual solo los niños pueden ser

Artífices.

 

Ocho años después

De vivir en ese paraje

Todo Cambió:

Dejó el vecindario

En el que estaba creciendo

Y repentinamente llegó

A un nuevo espacio,

Un lugar donde el silencio reina

Y donde, de paredes para adentro

Se habla de lo que no se sabe.

Aquel personaje ya no era tan niño,

Y los que ahí vivían

Antes de su llegada

Eran sus contemporáneos.

Fue un cambio interesante:

Nunca, hasta entonces,

Llegó a creer que podría rodearse

De ese aire, de esas risas,

De esos juegos y de esa variación

De la crueldad de los

No tan infantes,

Que ahora tenía un poco más

De alguna suerte de distinción.

 

Fue en ese momento

Y en ese pavimento

Donde este joven empezó a

Concretar algunos de sus

Más relevantes aspectos:

Fue en ese lugar donde aprendió

Y se formuló su admiración

Y respeto por las mujeres,

Donde presenció a la hipocresía

Inundando a las personas

Que lo rodeaban, y donde

Esta misma lo contagió un poco.

En esa época también

Empezó a interesarse por la gente

Que ni siquiera conocía,

La gente a la que la justicia

Le daba la espalda.

Se definió en él cierta sensibilidad

Que a la larga abarcaba todos

Y cada uno de los componentes

De su humanidad. Se convirtió

En un romántico empedernido

Y orgulloso y algo malentendido.

Conoció de primera mano

A cada momento

La firmeza y la convicción

En su hogar, y hubo un momento

En el que esa firmeza se le metió

En la sangre,

Aunque tiempo después

Esa firmeza le hizo falta,

Dejó escapar la convicción

Y se formó una sucesión

De errores garrafales

Que en un principio no creyó,

Pero que a la hora de la verdad

Afectaron su vida

Mucho más de lo que pudo

Haber imaginado nunca.

 

Su gallardo romanticismo

Tuvo un efecto de búsqueda en él:

Su gran admirar a las señoritas

Fue causa de malos entendidos,

Pero nunca dejó que esa nimiedad

Trascendiera más de lo debido.

En su búsqueda hubo tiempo

De analizar, de concluir, de meditar.

Y en el momento justo

Donde se le iban escapando

La mencionada firmeza

Y la heredada convicción,

Llegó ella, con el paso fuerte

Con la altura guerrera,

Los ojos tono petróleo, perfectos,

Y la sonrisa de una ninfa.

Ella llegó una noche

De un parque tardío y una fuente.

En ese momento, tal vez,

Ninguno de los dos supuso

Como seria todo de ahí en adelante.

 

Ella llegó justo en el nudo

De esta historia: donde empezaban

A empeorar las circunstancias

En la vida de él,

Donde todo dejó de importar

Más de lo debido,

Y donde la vida empezaba

A tomar la forma de un vaivén

De luz y tinieblas.

 

Compartían inclinaciones

En diversos aspectos,

Y las diferencias entre si

Daban un muy interesante

Aderezo a sus conversaciones.

Empezaron a encantarse

Y tuvieron que librar batallas

Para estar juntos.

Tal vez parezca algo fuera de tono

La mención de la dama,

Pero en realidad su presencia

Ha significado tantas cosas

En la vida de él, que no mencionarla

Sería como hablar de la filosofía

En la antigua Grecia, y no referir

A Sócrates, Aristóteles o Platón,

Por ejemplo.

 

Cuando empezó a germinarse

El nudo de esta historia

En la vida del personaje,

Ella estaba ahí, firme a su lado,

Con la certeza de apoyarlo

Aunque él no tuviese más

Que su amor y su ser para ella.

Lo comprendía en dimensiones

Inimaginables, y decidió permanecer a su lado,

Valorando más que nadie,

Más que nunca,

La parte mas humana de él,

Esa que todo el mundo

Dice valorar entre si,

Y que en realidad la avaricia

Vuelve niebla.

 

En ese momento empezaron

A aflorar las desdichadas

Consecuencias de esos errores

Garrafales que él había cometido.

Y empezó a sentirse desubicado

En su existencia,

Como si fuese un peón de un

Ajedrez, un peón sin color.

 

Esas desdichadas consecuencias

Lo afectaron,

Emocionalmente

Lo desestabilizaron,

Y lo llevaron a concluir

Argumentos demasiado dramáticos.

 

Su vida se torno invisible

No sentía más que una suerte

De vergüenza, como si esas

Desdichadas consecuencias,

Los primeros pasos de esos

Errores garrafales

Hubiesen nublado

Las cosas buenas que había en él.

 

Pero hay momentos

En los que uno puede

Ir renaciendo, redefiniendo

Su ser, su norte,

Muchas veces con pasos

Descalzos sobre carbón ardiente,

Y ahí esta él ahora,

Aprendiendo de lo cometido,

Volviendo a fortalecer

Ciertas añoranzas,

Dejando más a un lado la nostalgia,

Y concibiendo el tiempo

Sin tantas preocupaciones.

Ahora su vida tiene un nuevo

Horizonte, y va caminando firme,

Junto a ella.

 

  • Autor: Raskolnikof (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de abril de 2011 a las 16:15
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 36
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Comentarios2

  • Joha89

    Muy bueno! Como siempre lo he dicho.

  • Joha89



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