Romance de la noche triste

minsandi

Oscura, lapidaria, triste,

luce la noche con sus pocas lentejuelas,

débiles resplandores

de esperanzas que yacen como muertas.

De nada, han servido los gritos.

Tampoco los ojos, brillantes estrellas

que suplicaron con intenso ruego

la libertad para sus inocentes gacelas.

 

Rota quedó la entrada del huerto,

saqueada fue la fortaleza.

Hundida en la piel, una dura daga

rompió con furia la flor bella,

hirió en la noche todas las semillas

que en el corazón se albergan.

La gente duerme, y muchos se abrazan...

cuando en las sombras asoma la vergüenza.

 

Gélida, la luna pinta caricaturas

y denuncia la infamia con airada protesta,

porque un virginal susurro

se ha vestido de dolor que lamenta

la muerte de un cálido sueño,

el fin de un secreto poema,

el principio de una infame amargura

y un canto, que se escurre entre las estrellas:

 

¡Han derribado una bella gracia,

han asolado una fortaleza.

¡A manos de un vil canalla

ha muerto el sueño de una princesa!”

 

En el oscuro camino, como mudos testigos,

los árboles sus hojas revolean.

Interpretan una angustiosa cantata,

sufren a una las marcas que se albergan

en el corazón agitado y maltrecho

de la solitaria y herida princesa.

El trabajo duerme, y el amor se abraza...

cuando la noche triste llora sus penas:

 

¿Quién me tomará por esposa

con esta marca que me avergüenza?

¿Quién me ungirá con su dulce amor

a pesar de la mancha que mi cuerpo lleva?

¿Quién con dulzura la piel sanará

del corazón que ha apagado su tea?

¿Habrá alguien para mí, Dios mío,

que me alcance una flor, y me entregue un poema?”

 

La noche triste se lleva las sombras

cuando algunos amores escondidos conversan.

En su aposento, vestida de frágil niña,

se llora un dolor, con angustiosa pena.

Destrozada, su dignidad femenina

se ve desahogada en copiosos poemas,

llenos de alma, escritos con lágrimas,

a la vez que un canto misterioso la consuela:

 

La noche triste se ha ido,

y la esperanza, aunque está maltrecha,

no ha fallecido en el vil acto

del canalla que te asoló, dulce princesa.

Duerme tranquila, duerme soñando,

que un hombre amoroso en el futuro te espera,

con su dorado anillo y un cálido abrazo,

para hacer de ti... ¡una espléndida reina!”

 

  • Autor: minsandi (Offline Offline)
  • Publicado: 5 de mayo de 2011 a las 14:16
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 320
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