Lobo Citadino

Hubo una vez un lobo
Que andaba por las calles
Buscando la mujer del misterioso aroma
Ese aroma a anís y nicotina que llevaba.
Lo hacia mientras en el camino
Se encontraba y saludaba todo un abanico de personas
Coloridas en su ropa y sus ojos sin orbita,
Sus palabras efusivas y ademanes desmesurados.

Hubo un tiempo en que el lobo no fue lobo,
Fue tan solo un hombre al que le agradaban los ingredientes
De la noche. Pero después de su llegada (la de ella)
Este hombre empezó a saborear en medio de los débiles
Vestigios de la luz de la luna
Y las luces estridentes que parpadeaban en las cuevas de neón
La suave piel de pétalos de tulipán negro
Que ella tenía
Y los labios de tonos varios que él buscaba
Con los suyos, para sugestionarse con su forma de besar (la de ella) 
Luego de haber tomado el whisky que sobraba.

También recibía los habanos de clorofila que llegaban a sus manos
Y la nieve cálida que se sumergía en su nariz
Mientras la tenía abrazada y degustaba
La sal y el agua que brotaban de esa piel tibia,
Al mismo tiempo que las líneas mas delgadas de las luces de colores
Se decantaban en las pupilas opacas (las de ella).

El lobo se volvió lobo
Cuando se dio cuenta que la mujer
Del misterioso aroma
Desapareció de las concurridas cuevas de neón,
No la volvió a ver nunca,
Y se convirtió en lobo para buscarla
Entre el hedor de las calles empapadas
En esa extraña mezcla de sangre y licor.

El lobo sale de noche
Y la busca
Y algún día que la encuentre
Le dará un zarpazo urgente de ese aroma
De anís y nicotina
Y revivirá esos labios de tonos varios
En las bocas de otras mujeres
Que llevaran el sabor de la cebada
Y saciaran su sed 
La misma que despertara siempre
Con el crepusculo acido.