Bellas ilusiones se pierden en el ocaso,
de un mundo que camina sin sentido,
desvaneciendo hasta el amor de Cupido,
y despreciando el valor de un abrazo.
El portento de las huestes infernales,
han calcinado la sublime quietud del alma,
aniquilando del corazón la afable calma,
en torrente de envidias y egoísmos abismales.
Amor, qué ingrato, ¿en dónde te has escondido?
¿Qué ha sido de la luz de tus anhelos?
¿Por qué limitas el valor de tus desvelos?
No te eclipses en la sombra del olvido.
Quienes posan su mirada en el cielo silencioso,
se entristecen de lo frágil del destino,
su tropiezo es constante a lo largo del camino,
en un mundo materialista, falso y envidioso.
¡Oh Dios!, escucha este clamor agonizante,
de un dolor que es cada día insoportable,
por el mal que se ha tornado detestable,
por el hombre egoísta, ambicioso y arrogante.
Victimando injustamente las entrañas maternales,
se corrompe la dignidad y el valor de la virtud,
se coarta el derecho de alcanzar la plenitud,
al violar de la vida, sus opciones esenciales.
De este infierno no se libran las montañas,
víctimas inocentes de los hombres codiciosos,
embrutecidos por instintos de animales peligrosos,
motivados por el impulso de ánimas extrañas.
Los manantiales han perdido la frescura de su cause,
son ahora como fuentes de mortífera esencia,
en sus aguas se refleja la diabólica presencia,
del veneno que asesina hasta el más fuerte sauce.
Ni el poeta, ni el profeta con su proba aptitud,
son capaces de encontrar fácilmente inspiración,
de su alma ha surgido abruptamente la decepción,
se ha esfumado de su entorno la más bella inquietud.
De los ojos sorprendidos de las almas soñadoras,
brotan fuertes las miradas de atónita desventura,
se vislumbra inclemente una muerte prematura,
de los seres privilegiados con la obra creadora.
Claramente se percibe que la frescura del invierno,
casi llega a convertirse, por desgracia, en un mito,
falsamente se pregona que es producto de lo ya escrito,
¡mentira!, no es lo mismo cielo santo, que negro infierno.
Tierra Santa, Oh Madre Tierra de ilusión,
alto precio has pagado injustamente,
te han destruido con soberbia inclemente,
por ser buena y mostrarnos compasión.
Vida, Oh… dulce e incomparable vida,
germen concedido a los hijos del amor,
se te ha vedado de tu esencia el respeto y el fervor,
se ha violado inclemente tu dignidad concedida.
Bienaventurados los que luchan fervorosamente,
a favor del derecho a la vida y el derecho al amor,
sean siempre arquitectos de un paraíso renaciente,
no claudiquen porque ello los coronará con honor,
.
Humano que has llorado en dolor y desconsuelo,
reafírmate en la fe, en la esperanza y la paciencia,
vela siempre por concederte en amor y obediencia
a este mundo que es un mundo de limpio suelo.
- Autor: aguazul (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de mayo de 2011 a las 00:45
- Comentario del autor sobre el poema: En el transitar de la vida, se suscitan momentos de desilución, de ahogo y de soledad, momentos en los que surge una suma de interrogantes que anhelan obtener respuestas sublimes y de esperanza.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 50
Comentarios1
Excelentes tus letras,
con una gran carga de sentimiento
que hacen sentir al lector que lo vive,
Un Abrazo 🙂
Muchas gracias mi apreciable Mafeer. Reconozco a tí a un ser sinsible por la forma que te expresas, pero por sobre todo, porque compartes la poesía... No todos logran dejarse penetrar por la profundidad de los sentimientos impregnados en la lírica. Saludos.
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