Eran gritos, susurros vulnerando cerrojos vocales, quejidos de almas que caían como cascadas llameantes, llantos, eran llantos impropios que desacostumbraban los márgenes de mis paredes de carne y cemento. Había histeria, neurastenia, abatimiento, jolgorio del más profundo caos, cubriendo lo visible como un otoño en estampida. Ansiedad impalpable, no podía yo saber qué sucedía. Anoche fue igual, los mismos gritos reos, los quejidos y sus flameantes torrentes, los llantos anónimos, el caos en sus abusivas dimensiones, la ansiedad nutrida, plena. Finalmente lo supe, era tu inexistencia cercana.
LRL
12-5-2011
- Autor: Leandro Rodríguez Linárez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de mayo de 2011 a las 12:20
- Categoría: Amor
- Lecturas: 32
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