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Ignoraba que te amaba hasta que te perdí.
Hasta que te creí lejana, ausente. Ajena.
Hasta que esa Catarsis hiso que mi vida cambiara.
Que mi mente sangrara, que llorara por amor.
Fue un golpe tremendo, certero.
Para mis manos que aun te extrañan.
Para mis ojos que no te encuentran.
Para mis labios que te pronuncian.
Sólo Dios ha podido con mi pena.
Él me dio la fuerza para luchar, para buscarte,
y encontrarme para esta vida justificar.
Sólo Él, Nuestro Señor.
Me ofrece en este momento la tranquilidad,
Y el reposo que mis noches necesitan,
que mis hijos siempre claman y el luchar sin claudicar.
Gracias Señor de Señores.
A tu honra ofrezco noche y día este dolor.
Estoy seguro que con tu bálsamo,
le aliviaras para siempre esas heridas,
que mi abandono causo.
A mi compañera de sueños que mí pasado pago.
© Armando Cano
- Autor: Armando Cano (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de junio de 2011 a las 22:08
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 105
- Usuarios favoritos de este poema: ZAHADY
Comentarios3
mUY BUEN POEMA AL sELOR DE LOS SEÑORES QUE MITIGA LAS PENAS DE LOS HUMANOS.
BESOS.
A VECES... NO NOS DAMOS CUENTA LO QUE A NUESTRO LADO TENEMOS Y CUANDO LO PERDEMOS EL ÚNICO RECURSO QUE TENEMOS ES LA PLEGARIA A NUESTRO SEÑOR PARA PODER SOPORTAR EL DOLOR DE LA PENA Y LA PÉRDIDA...
Amigo poeta. La ausencia, te deja un vacio existencial y, tus oraciones, interceden con el Dador de Vida....
Claudio
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