Recuerdo aquella noche en que ella partió,
Cuando, a mi lado, su último aliento exhaló.
Qué triste fue su partida,
cómo se me abrió una herida
dentro de mi corazón.
¡Qué noche tan negra, fue la noche aquella!
En que a mi dulce, querida y enferma doncella,
la cruel muerte, de mi mismo lado, se la llevó.
Qué triste y qué sola, ha de haberse marchado,
dejando todo lo que, en su vida, había amado
durmiendo inocente,
como duerme la gente
que no tiene mayor preocupación.
¡Oh muerte! Quizás dulce para aquella que parte;
pero yo, las gracias no puedo ni darte,
porque sin previo aviso tú te la llevaste.
¡Cómo duele el recuerdo!
De esa, su triste partida.
Pero el tiempo nos sana, de la muerte, su herida.
Y, entonces, se enciende la fe
en Dios, y pidiendo de Él su consuelo,
rogamos que allí, en el mismo cielo,
a la par de Dios, ella esté...
- Autor: Luis F. Barrantes ( Offline)
- Publicado: 6 de julio de 2011 a las 12:43
- Comentario del autor sobre el poema: Otro poema dedicado a mi difunta esposa.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 85
- Usuarios favoritos de este poema: lore25
Comentarios2
Que amor Luis, que amor!!!
Un abrazo sincero!!
Gracias, Rostana: Estos versos publicados fueron y son dedicados a mi esposa, sin embargo son muy pocos. Tengo más pero inspirados y dedicados a una exnovia de juventud que me he encontrado recientemente y que fue la que me indujo a escribir poesía. Los próximos que publique serán inspirados en un nuevo (y muy viejo) amor, porque la vida continúa. De nuevo gracias...
Un fuerte y sincero abrazo para tí.
Gracias Jennifer.
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