Arranco, de la caja hueca de la memoria,
un entierro destilante de sujetos
y predicados;
palabras calvas promisorias de paraíso,
portadoras de hambruna y desierto.
Un cuerpo de sangre se asoma con cabeza
de sueños.
Muerto a fría guillotina de mentiras,
desangrado a prosa de puñales olvidos.
Devuelvo entonces el crimen sin castigo,
destruyendo el arma de papel
en pedazos.
Sembrada, en la escena blanca, se renueva
la semilla agonizante del alma
Comentarios1
exelente poema
Muchas gracias!
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