Tu aroma dulce llega traído por el viento desde oriente,
te respiro, te abrazo y con mucho amor beso tu frente,
tenemos de fondo el murmullo de la fuente,
acompaña nuestros momentos de amor ingentes.
La noche alza hacia el cielo sus románticos acentos,
nacidos de nuestros corazones, de nuestros pensamientos,
mientras caen los últimos fulgores del ocaso,
se pierden en el horizonte paso a paso.
El relieve de la pradera queda con nuestro amor impreso,
todos y cada uno de nuestros tiernos besos,
lentamente acaricio tu rostro con los pétalos de una rosa,
acaricio con ella tus labios, tu nariz, tu encanto de diosa.
Se llena el campo con el olor del incienso,
con el aroma de nuestro amor inmenso,
me recuesto en tu regazo, en tu falda,
entretanto caen hojas tiradas por el otoño llenas de nostalgia,
y sin cesar miro tus bellos ojos color de esmeralda.
Caen sobre tu cabeza, como pequeñas hadas que habitan las hojas,
bajo la luz del crepúsculo, divina luz dorada y roja,
matiza cada beso de nuestros dulces amores,
adornados con blancas y encantadoras flores.
Nos amamos cada día inmensamente,
me besas con ternura, lentamente,
con el arte de tu amor y de tu alma ardiente,
con entusiasmo y aún más en la tristeza,
con tu amor infinito, con tu eterna belleza.
Cada árbol, cada parte del cielo a nosotros se inclina,
la luz se aleja, pero la noche se avecina,
la luna hermosa se refleja en tus encantadoras pupilas,
el día desaparece detrás de tu sombra de niña,
mi musa, amada, melancólica y tranquila.
“Nuestro amor no tiene límites ni playas, es inmenso como el mar, traspasa cerros y montañas, nace de nuestros corazones, nace de nuestras almas, de cada mañana y cada noche enamorada, de ti, mi niña adorada.”
- Autor: Geovani ( Offline)
- Publicado: 19 de julio de 2011 a las 02:52
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 97
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.