¡Ay!, ¡Què difìcil es ahuyentar
los demonios que de pronto nos atrapan,
¡Por mil demonios!
Vociferamos...
maldecimos...
destruimos...
y casi siempre
sin existir arrepentiniento alguno.
Y todo por estar atrapado por los
infames demonios,
que no huyen,
que no vuelan,
que no escapan.
¡Malditos demonios!
Voces iracùndas
que quedan ensartadas
como estacas en el pecho
de un vampiro sin alas.
mentes aferradas a un solo deseo.
còlera que se derrama
tras dura batalla,
verborreo estèril
que siembra un dejo de amargura
en el alma.
- Autor: JESUS RAMIRO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de septiembre de 2011 a las 15:19
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 266
Comentarios5
Estubiste viviendo un momento de esos que a todos nos pasa no
Bien escrito tu poema me encató haberte leido
Un abrazo
Eugenio
Eugenio:
De pronto me recordaste a mi madre, se llamaba Eugenia; en un principio en una discusiòn, me aferraba, ahora con el paso de los años he aprendido a controlarme, a ver las cosas de una manera positiva, dando la razòn a quien la tiene, sin apasionamientos.
Muchas gracias, un abrazo.
Jesùs Ramiro
Quizás el chiste esté en no ahuyentarlos, dejarlos entrar cordialmente, sentarse a platicar, conocerlos, despedirlos gentílmente e invitarlos a volver a visitarnos.
Bendiciones.
Ante la tranquilidad y la buena discusión, pudiera ser, ante lo contrario, quien sabe.
Gracias Nélida.
Un abrazo.
Jesús Ramiro
El demonio, el demonio; tiene tantos disfraces como el humano; destella cuando se queda dormido bajo el abrigo, de quien; por supuesto de su amigo, el demonio.
Genial reflexión.
Excelente punto de vista.
Muy honrado porque los ojos de un poeta hayan leído mis letras.
Un abrazo.
Jesús Ramiro
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