Apareciste esplendorosa en el vacío,
de la sombra que agiganta mi tristeza.
Cual lucero de la noche nublada
tus destellos de belleza emanabas,
mientras las demás estrellas recelosas,
al ver tu hermosura candorosa,
escondiese al sentirse humillada.
Déjame ser tu cielo despejado y vacío,
donde puedas sentirte la única dueña;
y así descubras la ilusión escondida
que mucho tiempo guardo con afán.
Y cuando en el espacio infinito estés perdida,
trataras de buscar la salida,
y…,¡al refugio de mis brazos llagaras!.
Mientras tanto lucero refulgente,
mitiga la causa de mi hastío;
que yo te enviare ósculos de fuego,
anhelando que atiendas a mi ruego,
para que así mi ilusión apetecida,
se entre en un recóndito lugar de tu alma,
donde termine mi desvarío, y llegue la calma…
- Autor: David Goya ( Offline)
- Publicado: 13 de septiembre de 2011 a las 19:03
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 40
- Usuarios favoritos de este poema: la negra rodriguez
Comentarios3
quieres calma, o más batallas?
Besos de fuego que encenderán la hoguera, bellisimo.
besos.
bello, bello
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