Confesión de amor (David Goya) palestina

Tienes piel con albor de luna,

con más blanca delicadeza que un armiño;

no he visto igual a ti mujer alguna…

Deja que para ti conserve mi cariño.

Siento algo que decirte no me atrevo,

y más se llena mi alma de frenesí;

la vida se me va, pensando si debo o no debo,

y siempre que me ilusiono soy así.

Esos ojos verde que Venus te ha concedido

para agraciar tu hermosura de ángel celestial,

los llevo dentro del pecho escondidos,

como preciosos amuletos que me libran del mal.

Sé que tal vez en tu pecho túrgido,

Adonis te hace palpitar el corazón…,

mientras mi pecho te siente en cada latido,

¡y aun sigues siendo en mi vida ilusión!...

No sé; porque no me atrevo a decirte,

todo aquello que decirte quiero…,

 a veces pienso que es por temor a herirte,

y otras veces pienso que con tu desprecio muero.

Solo al verte me siento más niño,

y al no verte me siento más viejo,

y escribo con amor para mendigar tu cariño,

estos versos que en tus manos dejo.

A veces quisiera tener el poder de los “dioses”

y poner a tus pies toda la primavera…

Para que cada rosa te lo grite a voces,

que serás en mi alma la única la primera

no sé cómo te llamas, te llamare ilusión;

ese es el nombre que deberías llevar,

porque en muchos corazones despiertas emoción…

que luego, el no de tus labios llega a matar.

Por eso; yo solo contemplo tus labios ruiseñores,

y todo aquello que he callado lo escribo aquí;

pero estoy ilusionado por tus labios en flores,

que besar he querido desde que te vi.

Siento imposible mi sueño anhelado,

que no quisiera imaginar el momento aquel;

en que digas no y caiga desmayado…

Por eso decidí mandarte este papel.

Mi nombre: -oculto esta aquí-.

Para ti me llamo ilusión, esperanza y amor,

eso nació desde que te vi;

aunque presiento que ha de morir en dolor.

Si acaso mis letras, ilusión en ti despierta,

Y quieres saber quien soy…

Jura hacer mi esperanza cierta,

Y luego yo, donde tú quieras voy.

Hasta aquí te molesto con mi escritura,

si no te interesa hazla mil pedazos,

si acaso sufres; Piensa que fue tan pura,

 aquella ilusión, aquella esperanza, aquel abrazo.

Yo mientras tanto, de tu cuerpo desdeñoso…,

seguiré contemplando su hermosura,

y seré como un amante misterioso,

al que tu sin conocer llenaras de amargura.