El sueño que se hizo realidad

Por un momento pensé que estaba dormido, pero que sorpresa estaba  soñando despierto, una sonrisa de inocencia se me dibujo en el rostro, porque eran imágenes que no había visto en mi vida, pero si había querido vivirlas y por eso reía. Será que cuando amas a Dios, amas la vida y te amas a ti, puedes fabricar sueños de fantasías, unas bonitas, unas dulces y otras peligrosas.

Era algo que desde niño había soñado he imaginado, era una niña bonita que estaba a mi lado, tan tierna, dulce, que hasta los ángeles aplaudían porque era tierno ver aquel cuadro, lleno de amor que solo Dios podría tenerlo. Su rostro era como ver lo inalcanzable, que hasta dude un momento, ya que no merecía tanto, su boquita roja expresaba mucho y parecía un dulce muy apetitoso, sus ojos alumbraban tanto, que al mirarme me hipnotizaba, su cabello parecía brisa, porque al acariciarlo era tan suave que casi no tocaba nada.

Estaba tan feliz en aquel sueño, que me sentía el único ser humano que quedaba y que aquella niña era la musa de mis canciones, poemas y sentimientos, cuanto daría porque fuera realidad. La verdad me enamore y aunque era un sueño seguí inventando.  Como es posible inventar, soñar, enamorarse, si tan solo era un niño, pero la verdad no me importo y deje que la vida en el sueño hiciera su trabajo, y me regalara la felicidad celestial que aquella experiencia fabrico sin previo aviso.

Todo era perfecto, sin problemas, sin perjuicios, el escenario de un paraíso, en donde todos eran amigos, solo había un problema, pero aquel no incomodo mi corazón y mi pensamiento, fui fuerte porque a pesar de que ya me despertaba, quería conocer aquella niña. No deje de mirarla, no deje que se me escapara, cada segundo lo aproveche a tal punto, que sabia como era su respiración, era la primera vez que la veía y aunque quería besarla, me detuve, no quise dañar el momento. Mas solo me conforme con observarla, todo lo que hacía era inocencia pura, porque a pesar que el mundo la había tratado mal, conmigo  fue especial, con cada palabra que me decía, paz y tranquilidad me transmitía.

Pasó el tiempo y ella caminaba siempre a mi lado, aunque no la tenía junto a mí, sentía dentro de mi corazón que estaba presente con su carita tierna y con su sonrisa hermosa… Era ya un joven y aquella niña ya era mi princesa, me llenaba de paz, alegría, solo verla era para mí, un segundo más de vida. Cuando me sentía solo platicaba con dios y cuando me sentía acompañado era el recuerdo de ella que mantenía latente aquel sentimiento...había una lucha constante entre la distancia y el tiempo, mas el amor y la paciencia fueron quienes ayudaron a que esto sobreviva.

Un día estaba tan nervioso, impaciente, con la ansiedad de tenerla y no dejarla escapar, que ya quería dormir para soñarla. Entonces ella se acerco a mí y fue la primera vez que la tocaba, que la abrazaba. Para mí fue una experiencia muy conmovedora, me sentía único, hasta parecía loco, pensando que era dueño de su corazón. Fue tan bonito, que a mi parecer ella vino tan solo a regalarme calma y un abrazo, que transmitió en mi más que palabras, un sentimiento, que sin decir nada. Me dijo, te extrañe, no puedo dejar de pensar en ti, los caminos que recorrí eran diferentes me sentía sola. Sentí que te amaba y tu ausencia fue para mi tristeza, porque estaba perdida, ¿dónde estabas?, ¿Por qué no te veía?...siempre estuve aquí, le dije, esperando que el tiempo me diera la oportunidad de conocerte, verte y sentir que eras real, me alegro que todo es cierto y que lo que sufrí fuera para llegar a tan bonito encuentro. Con toda la felicidad del mundo,  a punto de que se me vaya la vida, me contuve solo a mirarla, una lágrima salió, recorrió mi rostro, porque me sentí completo y pensé por un momento que Dios me llamaba. Ella me había llevado a ese encuentro espiritual, en donde hay solo amor, humildad y felicidad.

Cuando me dio el primer abrazo, sentí calor y suavidad, me acorde de mamita cuando cuidaba de mi, la vi y sus ojos me decían quédate conmigo y espérame aquí, ya vuelvo para completar este sueño. Abrí los ojos, eso es lo feo de soñar despierto, porque pareces tocar, pareces oler, pareces ver y nada es cierto. La verdad me desilusione, por un momento me sentí solo, que quise olvidar todo, pero no sé que mi hizo, ni sé que me paso, cuando quería olvidarla, más la recordaba, sus ojos, sus abrazos, sus palabras se trasladaban a mi mente y parecían llenar la ausencia de sentirla, la razón se me iba, pero yo no hacía nada por quedarme en la tierra, era mágico pensar en ella, el encuentro y su primer abrazo fue mucho para mí, que me conforme con llevarla siempre en mi mente y esperar como cuando pienso en Dios.

Mantuve la chispa encendida, esperaba con ansias soñar, para así completar aquel sueño que se iba y se va, con toda la ilusión del mundo cerré mis ojos y me puse a pensar, en poco minutos ella apareció. Todo fue diferente, la vi nuevamente y no quería acercarme, tanta era mi ansiedad que solo bastaba su presencia, mi escusa fue la timidez, porque no me atreví a abrazarla, ni decirle las cosas que decía cuando ella no estaba, aunque creo que cuando las miradas se nos cruzaron, vi que ella esperaba algo, y que mis ojos transmitieron las cosas que no decía. Enseguida me dio un beso, si con solo un abrazo sentí que moría, imagínate con un beso, era como morir dos veces, tan bello sentir sus labios, parecía que todos los sabores se unían para hacer un dulce beso. Me atreví abrazarla, para que no se escape y así poder sacarla del sueño, para hacer esto realidad, hice que mis brazos apretaran tanto que su piel ya era la mía, tan hermosa pero no está aquí.

Esta soledad que me confunde e inventa, me hace perder en un sueño irreal que está compuesto por cosas que no tienen explicación, me pone hacer muchas historias, pero a pesar de todo vivo feliz porque ya sé cómo va a ser mi amada. Como todo es un sueño, a mi amada la dibuje así: DULCE, TIERNA, HERMOSA, CARIÑOSA E IMPERFECTA, CASI INALCANZABLE, LLENA DE VIDA, INOCENTE, BUENA, TAN BELLA ES, que hasta me había olvidado que estoy ciego, y que todo lo que había visto, sentido y vivido de ella, era porque había conocido su corazón y que el mío, lo reconoció desde que escucho su latido y su voz.