Alada la princesa se veía,
cubierta entre sus oros y sus cedas
rodeada de esmeraldas y riquesas,
que sola, contemplaba en su guarida.
Más capa,espada y porte,él traía,
colmandola con su galantería
los especiales modos convertían
a aquel galán,en el supuesto amor que pretendía.
Como en los dulces cuentos poseía,
regalos refinados y en su alero
le ofrecía su amor de caballero.
Pero todo este encanto se perdia,
al ver por el portal a aquel mendigo
que entre sus arapos desteñidos,
lucia la mirada fiel de un niño.
Y sin querer,la brisa de la aurora
la llevó hasta los brazos del raposo,
que con vergüenza de sí mismo posa
y ofrece a la princesa una rosa.
Y es esa,la que marca un nuevo rumbo,
que despierta los sueños infinitos
y cabe destacar que en lo profundo,
su corazón,lo llamaba en un grito.
Sil.
- Autor: Silvia Abalo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de octubre de 2011 a las 00:43
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 90
Comentarios5
Hola Adri,gracias !! me alegra que te guste!un abrazo.
Que hermoso poema! un placer leerlo
Hola Nuria,muchas gracias,un saludo amiga.
Que ternura de poema,
cuanta belleza y encanto en tus versos.
Saluditos 😀
AAAh, has dejado una escena bien unida al amor verdadero,
haciendo alusión a una analogía perfecta,
el amor de oro; con el amor del alma;
genial amiga...
Bella fabula prosada, Un verdadero placer leerte.
Abrazos, siempre, Joaquín Méndez.
Hola Joaquin,muchas gracias,el gusto es mio en compartirlos,un saludo.
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