Fuego colectivo, el mercurio asume su condición de detonante.
La tierra descarga árboles carbonizados, palabras... en el negativo que nadie quisiera relevar.
La estaca que deje en la calzada de la autovia como flor que señalaba una frase en el libro invulnerable ha desaparecido.
Fulgurante corazón arbusto y rocío. De la insinuación fonética a la estupidez.
Empantanado en el muelle pretendo caminar hacia la nada.
Bruscamente me saco los anzuelos, paso yodo por mi escamosa dermis.
Un envión y aparecí en los mojinetes celestiales de la antipática cordura.
Y así predeterminado pistón que vacila en el previo instante de la ignición, calorías, densidad, color y neutralidad me veras.
Una última luciérnaga...linterna interna de mi espacioso faro nocturno desespera por un único amanecer verdolado.
- Autor: Carlos Casagemas (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de octubre de 2011 a las 00:12
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 113
- Usuarios favoritos de este poema: la negra rodriguez
Comentarios5
hermoso amigo seras un pez o carnada para alguien pero este es un escrito surrealista que confunde los sentidos y hasta los engaña abrazos mil amigo
aaah, estás ya en el interior de tu mente¿?
La carnada fue el título y el golpe final tu poema,jaja
Me ahogo como pez fuera del agua, pero esperando ver también un amanecer verdolado (que me suena a mentolado...también me vendría bien algo de frescura para dejar comentarios..)
Abrazos!
Las luciérnagas siempre están
pendientes para iluminar nuestros
caminamos, cuando caminamos
por los senderos de la vida,
un abrazo grande, y que Dios
te bendiga.
barbaro, opino como Anafber, quiero compartir con e4lla y la luciernaga e4l amaner verdolado.. pero que no sea de un cielo contaminado.
besis
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