(Intitulado LXXXVII)

Hablas, callas, amas mujer y ese relámpago en tu garganta como un nido de lejanías, que esculpe el viento en estatuas de pájaros invisibles, como el testamento de la primavera en las copas de los árboles o del licor en las raíces de mis copas o como un silencio sublevado que desciende por la tormenta de los ojos, a veces nocturnos, a veces como miel, de alegría lenta. Es tu voz el trébol del viento, su color anónimo, no hay espacios vacíos, menos aún tiempo, las ráfagas de los minutos se rompieron, son inofensivos como las sombras deslumbrantes del ciego. Mis ojos amor son tu ventana, porque desde aquí miro a través de los tuyos, cuando hablas, cuando callas, cuando amas mujer.
 
LRL
 
19-10-2011