Jabalíes furiosos,
le rugen hambrientos a mi hígado.
Una manada de leones
devoran la carne que se apega
a mi osamenta.
Mi pierna se fue de viaje,
en las garras de un buitre embustero.
Apacible,
me dejo comer mientras sonrío.
¿Que le importa a la zebra caída,
un muslo desgarrado?
No pierde la batalla,
sólo duerme en el cuerpo
de otra especie.
Vengan salvajes,
tomen mi cabeza.
A mí nunca nadie me exigió
domesticar mis latidos.
- Autor: Jef (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de octubre de 2011 a las 00:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
Comentarios1
aaah, este poema es más largo que los otros... bueno no tanto, pero sí tiene más versos...
Si, los tiene jaja. Nunca mido mis versos pero es bueno a veces cambiar un poco.
Saludos!
wuooo, que tengas un gran día!!!
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