De toda esta poesía, el único poema que veo soy yo. Perfecta, tal cual usted, y como tú y como tú. Tantos poemas juntos se me antojan libélulas buscando la luz. ¿Que qué soy? No lo sé. ¿Y usted? ¿Y tú? Jurídicamente tengo... un atisbo; metafóricamente también. Sólo que no logro definir… ¿qué es lo que nací? Para ello basta un botón: éste, mi clítoris es un pene minúsculo… No, ¡no hablo biológicamente! ¡De veras! Soy un hombre tal cual; así crecí. Sólo que me gustaban demasiado los otros hombres…. ¿Cómo le llamas a esto? ¡Ah! ¿Homosexual? Ajá… Soy un poema homosexual…
Entre mis andanzas y cacerías descubrí que además de ano tengo un perfecto agujero uno poco atrás del pene… ¡No!, ¡no hasta allá! Un poco más al centro… Sí, un diminuto agujero…. Y me enamoré y mi hombre se enamoró de mi…. o de mis dos agujeros. Puedo manifestar orgullosamente que acababa de descubrir en la pubertad dos clases de orgasmos completamente diferentes, a los que suelo llamar poemas… Así las cosas.
¿Sabes qué esta grueso? Que no averigüé antes. El ser gay, raro, puto, joto marica y yulis me hacía ya de por si mal visto y no sabía a quién preguntar… Mi güey también es nuevo en esto. De ahí broto un poema mayúsculo: sangré… Creí que era absolutamente normal sangrar después de ser abierto por un hombre, pero no dolió. Al contrario, fue suave y se deslizó como pez en un tubo de agua ensalivada. Y después de su penetración, a los diecisiete años, me enfermé, pero seguía enamorado de ese otro homosexual que también me amaba hasta la constelación de Orión.
Fue cuando empecé a escribir. Me sentía trémulo y dislocado, como un hueso que no embona al otro pedazo. Me sentía más femenino de lo normal, sólo con algunos kilos extras. Al estar en la consulta general, las caras se hicieron frías y saladas… ya de por si soy un fenómeno…. No sabía qué me esperaba con aquella cosa que notaban en mí. Pensé a primera instancia en lo peor: “Este hijo de puta es seropositivo y me contagió”…. Me mandaron a hacer estudios. ¿Desde cuándo es puto? Perdón, ¿homosexual?… Desde que me acuerdo yo quería ser vieja. Más bien, marimacha, porque las viejas viejas me dan hueva con la pendejada esa de “ser amadas”, y que las tratan como producto, y todavía se dejan. Bueno, ya hay algunas que no. Entró un doctor y otro y luego le hablaron a mi cabrón… Sí, yo soy el pasivo, o sea el que se deja coger. El que la hace de vieja entre dos hombres. Pues tuvo que entrar un tercer médico, con una voz más engolada: “…Y bueno jóvenes, en toda mi carrera profesional no había sido testigo de nada de esto. En términos médicos se le denomina…”
¡No manches! ¡Que soy mujer! ¡Que estoy embarazado! ¡Imagínate la cara de mi hombre! Y el doctor seguía con toda su onda médica: que si en Perinatología; que 32 semanas de embarazo; que hay casos…Creo que lo que más me asustó fue pensar si quería ser mujer de verdad… es decir… De veras de veras, mi vagina existe y la verga también. Soy dos en uno…
- Oye, Mamá: ¿duele parir?
Verónica Lozada©2003
- Autor: Veronica Lozada ( Offline)
- Publicado: 26 de octubre de 2011 a las 15:46
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 134
Comentarios1
Yo sí es la historia de un amig@ con quien vivì la maternidad cuando tuvimos a nuestras primeras hijas, él, ella en sí es poesía y este texto en mucho es poesía de su corazón escrito por mí.
Literatura.
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