El Calendario celta dividía el año en dos mitades. La mitad oscura que comenzaba en el mes de Samonios “octubre-noviembre”. Y la mitad clara, que comenzaba en el mes de Giamonios “abril-mayo”. La celebración del comienzo del año, que para ellos tenía su inicio en el mes de Samonios, llevaba por nombre Samhain.
Esta fue una celebración muy importante en el período pagano, y simbolizaba la transición, pero al mismo tiempo, la apertura al otro mundo.
La festividad céltica de Samhain, era la comunión de los espíritus, que en esa fecha, podían caminar libremente por el mundo de los vivos, y era la oportunidad para éstos de reunirse con sus seres queridos. Para mantenerles contentos y alejar a los malos, dejaban comida fuera. Esta costumbre evolucionó hasta convertirse en el tradicional “trato o truco” del Halloween actual.
Pero como toda tradición antigua, ha tenido sus desviaciones y erróneas interpretaciones, que mentes desquiciadas han llevado a la práctica. He aquí una de ellas.
En la Inglaterra del siglo VI, cuando los hombres aún no habían perdido del todo el contacto con sus verdaderos orígenes, cuando aún le rendían culto a la madre naturaleza y a todas sus criaturas. Cuando aún convivían en paz, mortales, elementales y criaturas mágicas. Tuvo lugar un suceso, que por su naturaleza terrorífica, aún hoy se recuerda.
Sarah era una hechicera muy joven y hermosa. Era la hija menor y tenía cinco hermanos. Todos en el pequeño poblado, la apreciaban mucho, porque a diferencia de sus hermanos, que eran magos poderosos y en ocasiones bastante arrogantes, Sarah era dulce y siempre estaba dispuesta a ayudar a todos.
Tenía un pretendiente de origen francés, de nombre Jean Pierre y aunque sus padres no lo apreciaban mucho por no ser mago, Sarah le tenía mucho afecto. Habían crecido juntos y primero habían sido muy buenos amigos.
Unos días antes de la celebración de Samhain, la fiesta pagana que daba inicio a la mitad oscura del año celta, llegó al pueblo un inesperado visitante. Cuando Sarah conoció al apuesto y joven forastero, la chica sucumbió a su encanto y a sus buenas maneras. De modo que la noche de Samhain, después de la celebración, aceptó salir a dar un paseo con él, a pesar de las ruidosas protestas de sus hermanos, y a la advertencia de Jean Pierre, en cuanto a que aquel individuo no parecía una buena persona.
- Lo siento -- dijo la chica, con las mejillas sonrosadas por la carrera -- se me hizo tarde.
- No te preocupes, es temprano aún.
- ¿Y qué es lo que me quieres mostrar? -- preguntó emocionada
- Algo que solo se ve bien a la luz de las estrellas -- dijo él
- ¡Oh, recordaste que me gusta ver las estrellas! -- exclamó -- Estoy tan…
Pero nunca se enteraría de que iba a decir, porque en ese momento, cayó desmayada en sus brazos. Un hombre salió de entre las sombras, y se acercó a ellos.
- Démonos prisa -- le dijo
- Bien, pero no supondrás que yo voy a llevar esto -- dijo el otro señalando el cuerpo inerte de la chica.
El hombre sintió una inmensa ira por aquel imberbe, que se creía amo y señor del universo, pero por el momento no le convenía perder el tiempo discutiendo. Si bien era cierto, que aquella parte había resultado demasiado fácil, aún se encontraban en un lugar donde podían ser vistos. Así que tomó el cuerpo de la chica, y se alejaron rápidamente de allí. Una vez alcanzado el bosque, disminuyeron un poco la velocidad, pero siguieron avanzando a buen paso. Caminaron en silencio durante todo el trayecto, el joven sentía tanto desprecio por el hombre, como éste por él. Sin embargo, las órdenes no se discutían, y si tenían que trabajar juntos, lo harían por muy desagradable que les resultase. Disminuyeron el paso en cuanto comenzaron a sentir el olor a hierbas en el aire. Unos minutos después, entraban en el escenario.
Era un amplio claro, en cuyo centro se alzaba un Dolmen inmenso, y que a su vez tenía en su centro una enorme piedra, lo que sugería que sería usado como Ara, y en la periferia había sido trazado un círculo, con una sustancia parecida al petróleo. Unas hogueras encendidas en cuatro puntos distintos, eran las que iluminaban el lugar. El aire olía a Artemisa, Menta y Salvia.
Había en lugar varios hombres y mujeres, que vestían largas túnicas negras, y todos llevaban máscaras plateadas. Otro accesorio, que parecían llevar todos, eran unas piedras negras de Obsidiana, engarzadas en anillos de oro. Estaban dispuestos, alrededor del círculo, en actitud expectante.
- Sean bienvenidos -- dijo la voz de un hombre enmascarado -- Venec y Ael
- Erus -- dijeron los recién llegados, postrándose ante el enmascarado, después de depositar el cuerpo de la chica un poco más allá
- Levántense, han cumplido adecuadamente con su misión. Ocupen su lugar.
Se colocaron las túnicas y las máscaras que les fueron entregadas, y ocuparon sus lugares en el círculo. La ceremonia estaba por dar inicio.
Unos metros más allá, se veía la figura inerme de un hombre, junto a quien había sido dejado el cuerpo de la chica. Y por el momento, parecían haberse olvidado de ellos.
El enmascarado al que habían llamado Erus, se colocó en el centro y se dirigió a la concurrencia.
- Estamos reunidos aquí esta noche, en el mes de Samonios, para dar inicio a la mitad oscura del año. Hoy, día de Samhain, nosotros, a quienes les han sido confiadas las llaves, para abrir las puertas del Sidh, para que se fundan las dos dimensiones, la de los vivos y la de los muertos, celebraremos como en la antigua Tara, y ofreceremos los sacrificios requeridos por la divina Morrigan.
En este punto se detuvo, miró al cielo y luego volvió su mirada a los individuos que lo rodeaban.
- Tráiganlos -- dijo
Dos de los enmascarados, se acercaron a los cuerpos y alzándolos nuevamente, los transportaron hacia el centro. La chica fue colocada en el centro del Dolmen, y el hombre al lado de éste. Le entregaron una daga de plata a Erus, antes de volverse al hombre que habían dejado en el suelo, y estirar la mano, con evidente intención de despertarlo.
- ¿Van a despertarlo? -- preguntó una voz, que dejó traslucir cierto pánico
- Es la primera vez que presencias un sacrificio Mewen -- dijo Erus -- Es necesario que la víctima esté despierta.
- ¿Por qué? -- todavía había pánico en su voz
- Porque se interpretan las decisiones a tomar, dependiendo de la forma en que vaya muriendo, dependiendo de la forma de caer o de convulsionarse.
A pesar de la pesada túnica, se pudo percibir el estremecimiento que experimentó, el que habían llamado Mewen. Sin embargo, se hizo a un lado, mientras reanimaban al hombre. Cuando éste abrió los ojos, un auténtico pánico se reflejó en su rostro. Fue levantado con violencia, y ataron sus manos a la espalda. Desgarraron sus ropas, hasta dejarlo casi desnudo, y luego todos volvieron a sus lugares en el círculo.
- Laorans, enciende el fuego -- ordenó Erus
Otro de los que estaba en el círculo, acercó una antorcha al piso, y una fina línea de fuego comenzó a arder, hasta completar el círculo, de modo que todos quedaron dentro del aro de fuego. No eran llamas altas, parecía solo un poco más alto que el fuego que produce, la leña menuda en un hogar.
- Nosotros, Erus -- comenzó y los demás siguieron recitando sus nombres -- Ael, Bozag, Dagan, Drenig, Ehoarn, Gevrog, Kireg, Laorans, Mewen, Meriadeg, Nedeleg, Riagad, Turian, y Venec -- dijo el último y Erus retomó la palabra -- Jurados Caballeros de Walpurgis, venimos ante ti Morrigan, danos la sabiduría, para interpretar correctamente tus designios.
Y sin más trámite, en un acto que hacía gala de un inmenso sadismo, clavó la daga un poco más abajo del estómago del hombre, y la movió en sentido horizontal, indiferente al grito de dolor proferido por el pobre infeliz, y al chorro de sangre que había saltado a su túnica. Observó con atención las convulsiones del hombre, y luego con la más brutal indiferencia, extrajo las vísceras y las esparció por el suelo, dedicándose a mirarlas con atención.
Una sonrisa que nadie pudo ver, se dibujo en sus labios.
- Morrigan, está satisfecha y nos da su aprobación -- dijo con suprema satisfacción -- Podemos continuar.
Uno de los hombres avanzó hacia la chica y desgarró sus ropas, Erus, mojó un dedo en la sangre del muerto, se acercó y dibujo un extraño símbolo en el pecho de la joven, y luego procedió a reanimarla. Apenas abrió los ojos y miró a su alrededor comenzó a gritar, pero aquello no pareció afectar a nadie. A continuación y con inusitada barbarie, aquella desventurada criatura fue violada con una brutalidad cruel, por cada uno de los miembros de aquel círculo infame. Cada desgarrador grito de dolor, habría conmovido hasta al más duro corazón, pero eso era algo de lo que esos salvajes carecían. En un estado de semi inconsciencia, después de tan atroz sufrimiento, solo deseaba morir, pero al parecer, ni siquiera la muerte quería estar en ese perverso lugar.
Tommy, el hermano mayor de Sarah, había sido advertido por su novia Abigail, que Sarah había sido vista en los linderos del Bosque, en compañía del forastero. De modo que reunió a sus hermanos, y a Jean a Pierre y emprendieron el camino para buscarla. Aunque notaron que era peligroso entrar al Bosque con las chicas, a pesar de que ellas también eran hechiceras, ya no había nada qué hacer. Así que, tomó la mano de Abigail, y se concentraron en encontrar su hermana lo antes posible. Ya habían caminado bastante, cuando dos cosas los advirtieron de la posible cercanía, una peor que la otra. La primera, fue que el ambiente fue adquiriendo un olor característico, a las hierbas que se utilizaban en la celebración que acababan de dejar. Y la segunda, unos desgarradores gritos, que provocaron que sus corazones, comenzaran a latir desbocados.
En cuanto escucharon el primer grito, sin consultas ni miradas, emprendieron una veloz carrera en aquella dirección. Al llegar al borde del claro, los corazones que latían a todo lo que daban, de pronto quedaron paralizados por el horror.
Un individuo estaba sobre la infeliz criatura, y a pesar de que aún estaban a cierta distancia, los muchachos procesaron rápidamente la información visual, y lo tradujeron en el hecho atroz, del que en efecto se trataba. Tommy, abrazó a su novia, en un intento inútil de que no viera aquello, y lo mismo, hicieron casi todos los demás. Pero ya era demasiado tarde.
Después de grandes esfuerzos, por controlar las náuseas. Abigail miró a Tommy.
- Tenemos que sacarla de allí -- dijo con voz firme
Jean Pierre, se había quedado paralizado, con los ojos que casi se le salían de las órbitas. No tenía la menor duda, de que aquella chica era Sarah. Sintió que algo muy amargo subía por su garganta, pero se controló.
Johnny y James, otros de los hermanos de Sarah, tenían la misma mirada de fría determinación, y muy mal le iría al primer desgraciado que se atravesara en sus caminos.
Tommy, a pesar de ser el más dulce y ecuánime de todos, en aquel momento sentía una inmensa rabia, e impotencia. Sin embargo, y a pesar de tener una mirada muy parecida a la de sus hermanos, conservaba la capacidad de controlarse y pensar con claridad.
- Necesitamos hechizos que les impidan escapar -- dijo volviéndose a ellos
- Por lo menos, no vivos -- agregó Albert, el otro hermano con una frialdad aterradora
- No son tantos -- continuó Tommy -- Vamos a crear un campo protector para que no se escapen y entramos ¿entendido?
Todos asintieron, y a continuación cerraron los ojos y concentraron su poder para crear el campo protector.
- ¡EVANESCERE NEQUIT! -- una imperceptible energía lumínica, salió de sus manos y se esparció por el lugar.
Tommy estaba a punto de dar la orden de entrar, cuando el grito aterrorizado de Jean Pierre, alertó a los malhechores de su presencia.
- ¡NOOOO!
Lo que había producido el terror en el chico, fue ver que el individuo que estaba sobre Sarah, levantaba una daga con la evidente intención de utilizarla. Todos reaccionaron de inmediato y saltaron hacia adentro, pero por mucho que corrieran, no podrían detenerlo.
- ¡DEFIXUM! -- lanzaron Johnny y James, con la intención de inmovilizar al hombre, pero los rayos llegaron unos segundos tarde
Mientras los otros se ocupaban de atacar y detener a los encapuchados. Abigail y Anne, la novia de James corrían hacia Sarah, protegidas por Tommy y Albert. El hombre que había atacado a Sarah, había quedado inmovilizado encima de la chica, y les impedía sacarla. Sin embargo, Daniel, el menor de los hermanos, lo resolvió de forma expedita.
- ¡DETRECTO! -- lanzó sin miramientos, y el individuo rodó, aún inmóvil hacia el piso, golpeándose violentamente con éste.
Tommy y Daniel, bajaron a la chica de la piedra, y la recostaron con delicadeza, sobre la capa que Anne se había quitado de los hombros. Miraron horrorizados, el cuerpo casi destrozado de Sarah, y cubierto de extraños símbolos, dibujados con sangre. Aunque en las presentes circunstancias, era casi irrelevante, Tommy se quitó su capa, y la extendió sobre el cuerpo de su hermana, con la que intentó cubrir parcialmente la desnudez de la chica.
Abigail, se concentró en lo que consideró de mayor gravedad, la daga que aún tenía clavada en el estómago. Miró a Anne, y esta asintió. A continuación sujetó firmemente el mango y haló.
- ¡SUPRESSUM CRUOR! -- murmuró Abigail para contener la hemorragia -- ¡CIRCUMGREDIOR! -- con mucha lentitud la herida comenzó a cerrarse
Abigail y Anne se miraron, y las lágrimas comenzaron a caer. No había nada más que pudieran hacer, pero la palidez extrema de Sarah y su temperatura, les indicaba que estaba muriendo. Cuando abrió los ojos, Abigail le sonrió.
- Gracias -- dijo Sarah, pero era apenas un susurro
Abigail se levantó para dejarle el lugar a Jean Pierre. El se arrodilló en el suelo a su lado, tratando de contener las lágrimas. Sarah había sido primero como su hermana, se conocían de toda la vida, y luego se había convertido en la chica que amaba. Ahora el verla en aquel estado, hacía pedazos su corazón.
- Jean Pierre -- dijo ella
- Aquí estoy, Sarah -- le dijo, mientras luchaba con el nudo que tenía en la garganta
- Por favor… que… -- una tos ahogada, que la hizo expulsar sangre por la boca, le impedía hablar
- No hables -- le dijo Jean Pierre, y con un enorme esfuerzo intentó mentirle -- Me lo dirás después, cuando estés bien.
Ella intentó negar con la cabeza, pero emitió un quejido, evidentemente debía estar sintiendo un dolor atroz.
- Que… mamá no… se entere… de lo que… me pasó -- logro decir -- diles que… los amo.
- Se lo dirás tú misma -- dijo él
- No, yo… estoy muriendo -- una lágrima escapó de su ojo derecho y fue a unirse al hilo de sangre que seguía brotando de su boca -- Tengo… mucho frío
Jean Pierre la atrajo hacia sí, acunándola en sus brazos. Mientras sus hermanos lloraban en silencio.
- Tenías… razón -- dijo ella -- Adolf… no era… una buena persona.
La expresión de Jean Pierre cambió drásticamente. Los chicos se miraron, y una expresión de frío y mortal odio apareció en sus ojos, aquel infeliz desgraciado había firmado su sentencia de muerte. Miraron hacia donde los tenían sujetos mediante encantamientos, y sin palabras se juraron que su muerte sería lenta y dolorosa.
- Yo solo… quería ver… las estrellas… como cuando… éramos pequeños… ¿recuerdas?
- Claro -- dijo él -- volveremos a verlas, de hecho hay muchas esta noche.
- Ya no… las veo -- dijo tosiendo de nuevo.
Tommy, James y Daniel, levantaron apenas sus manos, e hicieron aparecer pequeñas estrellas que flotaron cerca del rostro de Sarah.
- ¿Las ves? -- preguntó Jean Pierre
- Sí, son… tan hermosas… -- una leve sonrisa apareció en sus labios, y luego sus ojos se quedaron fijos
- Sarah -- la llamó -- ¡Sarah!
Tommy, puso una mano sobre el hombro del chico.
- Ya no puede escucharte, Jean Pierre -- le dijo, y con delicadeza cerró los ojos de su hermana, donde aún se veía el reflejo de las estrellas.
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A través de los años se han desvirtuado muchas costumbres y tradiciones, ante la mirada indiferente del género humano. Aún hoy se cuentan cuentos de horror en la noche Halloween, sin saber dónde, puede estar ocurriendo una tragedia semejante…
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- Autor: Eclipse (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 31 de octubre de 2011 a las 02:29
- Comentario del autor sobre el poema: La Crueldad, como cualquier otro vicio… no requiere ningún motivo para ser practicada… solo oportunidad…
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 677
- Usuarios favoritos de este poema: ALVARO J. MARQUEZ
Comentarios5
Lectura rápida, mucho tiempo para decirte que no creo en la fiesta de brujas aunque si participo a veces.
Narración extraordinaria, se cuentan muchas, pero está no la sabía.
Un gusto visitarte y conocer tus ideas.
¡ Saludos !
S.D.T.
Buenas noches... asunto común... no creer en muchas de las cosas de las que se participa... gracias por tu visita y comentario... karamel kisses...
Una narración que a mis parecer fue perfectamente ejecutada, con una historia brutal y amarga.
Saludos
Mil gracias Nuria... me alegra que asi te haya parecido... y lo triste es que la realidad es asi de amarga y muchas veces mas brutal aún... karamel kisses...
Interesante e ilustrativa historia...
Gracias caballero... karamel kisses...
Excelente forma de escribir felicidades
Buenas noches Moreliano... como siempre un placer tenerte en mis letras... gracias... karamel kisses...
Muchas gracias mi querida Xena... me alegra que pienses eso... karamel kisses...
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