Y la pasión nimia
llenaría, irreconciliable,
aquel tiempo y lugar.
Sucumbe, humillada,
alejándose, educada,
en la bonanza del orto.
Inquilina vanidad,
caminante de templanza,
al revés de la realidad.
Donde la nodriza ondina
suavemente columpia
un cupido abatido.
Custodia la cancerbera
la muerte del alma,
aquellos cinco minutos...
Y el beso desnudo
ahogándose en su llanto…
dice -vete, son las doce y cinco.
- Autor: AdelaVila ( Offline)
- Publicado: 3 de noviembre de 2011 a las 03:51
- Categoría: Triste
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: Jareth Cruz
Comentarios2
me recordó de algún modo el planteamiento de Cenicienta!...
Mil gracias por tu comentario, amigo. Je, je pues... llevas razón! No caí. La modificaré. Las tres y cinco. Un saludote.
aaah, esplendido su poema!!!
Pues, muchas gracias por su comentario! Un saludote.
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