- EN EL EPITAFIO DEL DECURION TITUS MANIUS -
Viento del norte nos curtió las heridas
en este bosque humeante de niebla gelatinosa.
Temblábamos cuando ululaban Las Parcas en la noche,
las vislumbrábamos, arracimados junto a la hoguera,
fundidas las escamas sanguinolentas de las armaduras,
izar los descoyuntados miembros de los caídos,
beber la sangre de sus cabezas cercenadas,
escupirnos, desde el filo de la vida, sus vísceras,
aireando sus túnicas negras entre llamaradas fatuas.
De una centuria, maltrechos, solamente dieciocho
en retirada de nuestro ejército del territorio invadido.
Los pasos al frente era toda senda enemiga
y el retroceso lo poblaba Tártaro y la sonrisa cruzada de Plutón.
Gnaeus, el legionario con la mano derecha rebanada,
confesó, entre escalofríos febriles, ser versificador
en honor a Tiberia, hija de un mercader de Betavodurum.
Nos recitó noches enteras sabiendo su acabose,
hediendo su muñón para regocijo de la carcoma.
Quintus le asfixió cuando su dolor culminó rabioso.
La angustia es una incisión pausada, inmisericorde,
que presta su espada al tiempo para profundizar
y acuchillarnos cuando la clemencia son ayes desbordados
que penetran, hora a hora, horadando toda calma.
Nos hería el tiempo libando completo su desacorde,
escuchando el exhausto relincho que nos buscaba,
escondidos al ras de la maleza por inercia
y ateridos en un suspiro por costumbre.
Viento del norte curtió las heridas
en este bosque humeante de niebla gelatinosa,
tumba que mesábamos queriéndola vivir
mientras Ellas no cesaban su noctámbulo festejo.
- Autor: Kabalcanty (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de noviembre de 2011 a las 17:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 18
Comentarios3
Buenísimo.
Ahora, si no me equivoco creo que es Manlius. O me confundo, porque hubo dos o tres, creo, dos cónsules y otro más.
Pero tu poesía, excelente.
Un abrazo enorme
Pero este en concreto no es ningún cónsul, es un simple decurión vencido, La Su.
Te agradezco enormemente la lectura de mi poema. Yo he leído algunos de los tuyos y me parecen de una sensibilidad magistral, aunque no admitas comentarios (me aprovecho desde aquí).
Gracias y saludos.
Quien deja entrar a la angustia a su casa tiene que abandonarla....
En ocasiones entra sin llamar, circunstancialmente, como inevitable sarpullido.......
Gracias, Efraín, por leerme.
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