Sus delgadas manos contornearon el pálido
rostro
de aquel que según sus palabras era el
amor de su vida.
Nada rompía el silencio que abundaba en
la claridad del vacío cuarto
donde compartieron sus cuerpos, cuando el
amor manejaba en sus vidas
en un no lejano pasado.
Su mirada era solo una delgada lágrima
Que rodaba por sus mejillas y sin pronunciar palabra
Escucho la vos del que le decía
Me marcho, Adios.
Robi
Comentarios1
A veces nos toca partir solos...
No dejes de leer mi poema páramo. Te invito cordialmente...
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