(poema)
Cuando camino por esa calle, donde una frente a la otra se encuentran la "Cubillos", la "San Sebastiàn" y la Humanitaria", veo que el de la Cubillos me llama y me dice:
"" ¡¡Ven y mira!!
soy suave como una caricia al corazòn, el acolchado lo tengo de tierna lana, para que tu descansar sea còmodo y agradable, ciertamente soy de pino, pero al igual que tu, me he pintado de caoba y mira lo bello que he quedado""".
Mientras el de la Cubillos me habla de sus propiedades, aparece el de la Humanitaria que me dice:
" Y yo, fìjate en lo tersa que es mi piel, huele tu la fragancia que despido, de alerce soy justamente para amoldarme a las circunstancias, incluso para que sepas lo que me importas, es que hasta tengo una ventana por la cual cuando te aburras, puedas admirar el paisaje""" .
Y mientras el alerce me habla, Escucho al de la San Sebastiàn decirme: "" Pues tu, admira mi porte, mi dureza es legendaria, si hasta hay un refràn que dice, "duro y firme como un roble", pasa tu mano por sobre mis vetas y siente la fuerza con la que impregno cada acto de la vida.
En mi, tu estadìa serà eterna.””
Entonces es cuando me invade un escalofrìo, porque siento que un enemigo acecha y por mas que intento....no puedo despertar.
Esas paredes que me molestan,
esos rasguños que hay en mi piel,
me saco los ojos, veré si estoy ciego,
me arranco las uñas me duelen los pies.
Un velo negro me cubre la cara,
está mojado y puedo beber,
aunque no sepa que es lo que trago,
pero parece que sabe a hiel.
Doy cuatro vueltas sobre mi cama,
estoy tan cansado y duele la espalda,
guardo mis ojos bajo la almohada,
¡Si todo es oscuro! ¿Qué quiero ver?.
¡Ruido de golpes que martillean!, siento los clavos bajo mi piel,
en el bolsillo tengo las llaves, solo que ya no me puedo mover.
Llamo a mi padre, llamo a mi madre, le imploro al mundo.
¡Es que quiero salir!.
Me falta el aire ya no respiro,
si estoy soñando lo quiero saber.
Esos murmullos de voces lejanas
que yo escuchaba tras la pared,
ya se han marchado y no me acompañan,
me quedo solo con mi deber.
Cierro los ojos y callo al silencio,
se duermen mis penas, ya no tengo sed.
Las cuatro paredes que me aprisionan,
tienen un suave aroma a ciprés.
No siento temor a ser olvidado,
solo es el miedo a no ser recordado.
¡Pero! ¿Qué es lo que digo? ¡Si todo es lo mismo!.
Ya que el día que muera, no me enteraré.
Por eso en este día, día de mi agonía,
en que mis huesos se desparraman
y caen por la vida,
hoy...
hoy quiero yo,
sentir.... que muero.
- Autor: Ronema (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de noviembre de 2011 a las 14:07
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 77
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