Cuando la mar azota
Lo interminable de mí
Absorbiéndome hasta las profundidades
Donde yo me encuentro,
Me asombro, me sorprendo
Con una blanca rosa entre mis manos.
Ella, la mar, me muestra
Las corrientes, los remolinos de colores,
Y yo, sonriente trago su agua;
Me la bebo…
Porque no hay mayor suerte
Que ser gota de sal.
La mar me sabe; me adora.
Me devuelve a la orilla
Sana de hendiduras…
Y yo, yo abro mis alas
Para volver a ser gaviota.
Antonia Ceada Acevedo
Comentarios2
Una hermosa fusión entre lo romántico y el canto a la belleza y misterio de nuestro mundo.
Tu poema me ha evocado un remolino intangible de luces, colores, sabores, melodías, en el que nos fundimos para formar parte de él, algo vivo e intempoiral, por unos momentos tan gratificantes, que cuando tomamos de nuevo nuestra forma humana nos sentimos casi plenos e ingrávidos, exultantes.
Me ha encantado.....y emocionado.
Besos en alas de los vientos.
Bello poema amiga, es grato viajar en hermosas pinceladas de metáforas poéticas...ha sido placer visitar tus letras, ya se le extrañaba.
Felicitaciones...gracias por el regalo.
Un abrazo
Lena
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