Miedo...

Tengo miedo….

Que se me apague la luz del verso,

De las cosas sencillas que me inspiran,

Al sonreír, llorar y mirar a la gente y comprenderla,

Tengo miedo de saltar,

Este abismo del amor incomprendido,

Que a veces no le encuentro sentido, mientras sonrió,

Y me ven como un loco, hablando en solitario,

Sonriendo a un papel en blanco que no quiere nada con migo.

Ah,  tengo miedo, de volverme obsesionado al apego,

A las personas que son difíciles de olvidar, mientras,

Miro por los binoculares de la vida algo pasar,

Estático, como los arboles de mi camino he quedado

Y tú,  eres el viento que ha querido mover esta estatua,

Que ante el mundo ha sido más que un símbolo del olvido.

No,  A veces no he podido concentrarme y dibujar en mi mente lo que he querido,

Confusión, deseo y perdida de lo más valioso de la vida, es el resultado,

Mientras a mis ojos, existen jardines, paisajes y mis tantas musas que no olvido,

Ah, por qué olvidar en este  camino, a ese niño en busca de un día nuevo para vivir,

Del trabajo a corta edad pero feliz de tenerlo para seguir sobreviviendo,

de la pena que sentí en algún momento,

cuando en una esquina me detuve a escribir, la desgracia de los hombres mendigos

cuando quise sentirme uno de ellos, por el simple hecho de quedarme una noche junto ellos,

no se puede describir la puta vida desgraciada de esta gente,

mi papel quedo en blanco, porque no tuve ideas de decir lo que sentía.

Imágenes crecían en mi pensamiento como un rio en la tormenta arreciada,

Fueron tantas que no pude contener ninguna de ellas…

Como fantasmas venían y se iban

Como presumiendo de mi desgracia,

No tuve manos para pedir compañía,

Mis palabras murieron como un mudo junto a ellas.

Nada,  ni mis letras las detuvieron, porque con temor llegaron