A Catalina Reboredo
Recuerdo tu piel entristecida, la nostalgia que se te filtraba
desde la sonrisa presurosa
los húmedos zapatos que te contenían,
eras la tierna lágrima del verano.
Sentía caer indiferente la estación, la temperatura de tus brazos,
ondeando tu ropa, y el cabello alborotado, el viento alborotado.
El sosiego de mi corazón no respondía,
si tu falda escolar te guardaba por última vez.
Tu llanto como flor en botón, la risa,
como luminiscencia tardía en una arteria dulce y agotada.
Tenía la textura del cielo en volteretas, desprendiéndose en las manos,
y la escarcha limpia del frío, sobre el pecho.
El frescor de tus mejillas, tu frente, tu suéter blanco,
la lluvia perlaba todo lo que encontraba en su paso
la misma lluvia a la que pedíamos quedarse, aun en la palabra,
una frase cualquiera,
algo que nos retuviera visibles en la tormenta,
bajo el párpado, todavía palpable, todavía existente.
No sé qué pensarías para dejar la mirada en el silencio, en la espera,
como si la química no fuera suficiente razón para quererte
y si el instante no durmiera en la infinitud de la música,
porque tú, amiga de comestible silueta, eras música con la lluvia.
Los árboles se encorvaban por el peso de los mismos,
eras música, conmigo, en la cálida sinfonía de tu cuerpo,
con el clima hostigándonos en su canción, despidiéndonos, y atrapando la brisa
que no ha de volver sin tus labios, ni debe.
Te extrañaré lo suficiente para no dejar de escribirte.
Y no cerraré la angustia, para esperarte, cuando más violetas estén las hojas,
y tu vuelvas del teatro, yo con semejante ansiedad en los dedos
no he soltarte la sed, al estar atada a mi espalda, y a la expectativa del cambio,
la vida exhausta, removida por la juventud que ahora, al menos por ahora,
nos estrecha el sonido claro del alma.
- Autor: Eduardo T. Isleño (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de diciembre de 2011 a las 19:57
- Comentario del autor sobre el poema: Conocí a Catalina en la Preparatoria, esa chica de verdad especial, recuerdo como eran las últimas semanas antes de despedirnos, era tan triste el aroma de las nubes, la lluvia, como una poesía triste y memorable.
- Categoría: Amistad
- Lecturas: 31
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