Así fue...

Te encontré y al hacerlo mi vida tuvo un nombre…

Tu nombre que es la llave que abrió la cárcel en que estaba cautiva mi alma.

Tus ojos… tu mirada… verdadera…sublime…

Tu voz… arrullo de mi corazón…

Tus manos que guardan el calor de la compañía perfecta.

Descubrí el punto exacto dónde se juntan cuerpo y alma.

Vencí para siempre la sombra de mi soledad.

Y en mi basto desierto percibí la cristalina voz de un río…

Y mis ojos… ellos, ayer tristes contemplaron admirados los paisajes que me mostró tu amor.

Aprendí que el amor es un sentimiento que como una hoguera del pecho se levanta… y goberné su luz y al mismo tiempo fui esclavo de su llama.

Entendí, reflexivo la conversación entre el corazón y la distancia.

Y fueron mías las eternas horas de las noches y las tibias mañanas.

Y olvidé entre mis dedos emocionados la cabeza distraída.

Y comprendí cada trino del amor entre los pájaros…

Comprendí, sintiendo en cuerpo y alma, que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.

Aprendí en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.

Mezclé a medianoche mis lágrimas con la llovizna confidente.

Divisé en las oscuridades de mi corazón la luz encendida que pusiste para mí.

Padecí el espacio y el tiempo…con dulzura.

Desperté cada una de mis mañanas con el secreto del perfume de las flores y el aroma dulce de las frutas.

Y me alegré con la simpleza de las cosas…

Comprobé que ser hombre no es una tarea tan dura.

Empecé a creer en el Siempre, y desterré el Nunca.

Y entendí que el amor es mucho más que sentir con las manos, más que rozar con los labios…

Que el amor va más allá… que a veces bastan las palabras… que cuando el amor se aloja en tu corazón no tienes más opción que ser feliz.

Y sorprendido al conocerte descubrí que felicidad empieza contigo.